¡Recall en West New York: Una urgente necesidad!
Por Rafael Román Martel
La ciudad de West New York enfrenta una crisis. Y ahora sus indignados ciudadanos, cansados de aguantar la incompetencia del alcalde Sal Vega, se organizan para quizá analizar la posibilidad de una elección especial para rescatar a la ciudad. Los votantes de West New York podrían el próximo mes de enero proponer un recall con el fin de elegir una persona más capacitada, más centrada, competente y responsable que ocupe su alcaldía.
En un año y medio funcionando como alcalde Silverio Vega ha incrementado los impuestos de la ciudad dos veces hasta totalizar un 20%. En un año y meses. Los residentes se preguntan qué pasará si el señor Vega sube otro 20% en otro año y medio. ¿Hasta cuando van a aguantar los ciudadanos la irresponsibilidad fiscal de Sal Vega?
Mientras tanto un grupo de sus asociados ganan escándalosos sueldos, algunos no poseen las credenciales para sostener altas posiciones de enorme responsibilidad. Encima de esto las quejas sobre el trato que reciben los residentes de parte de la administración Vega suman mientras su popularidad resta día a día.
Su secretaria no habla español en una ciudad de mayoría hispana. Una alcaldía donde la secretaria no habla español en West New York es una falta de respeto a nuestra comunidad. Encima de esto sobre la secretaria, cuyo historial estamos investigando para exponer la verdad, llueven muchas quejas que han llegado a nosotros. La arrogancia en el trato a los residentes parece ser la más popular, pero ese parece ser sólo el comienzo de la historia.
Las calles están llenas de huecos. Esto es notable cuando usted pasa de Union City a West New York o de North Bergen a West New York. Los huecos en Palisade Avenue son hasta peligrosos, parece que usted está pasando por una zona de guerra.
Inmensos huecos (potholes) decoran la cercanía inmediata del West New York DPW (Department of Public Works). Como se dice en la calle: “¡Qué verguenza Sal!”
En once años que Albio Sires ocupó la alcaldía jamás habían aparecido tantos huecos en las calles. No se ha reparado una sola calle durante el tiempo que Vega se sienta en la alcadía. El descuido es también notable en la basura que se amontona, las fuentes que ni en el verano tienen agua, en la abundancia de bares y borrachos bebiendo frente a las licorerías que abundan en la ciudad. Graffiti y calles inseguras son otros dos temas que han llegado a nosotros de boca de sus residentes, quienes están sorprendidos de ver como en un año el mal liderazgo de un político puede causar tanto desastre a la ciudad que ellos quieren y respetan.
Es como si el alcalde le hubiera volteado la espalda a los que lo eligieron en una elección sin contrarios. Es como si el alcalde estuviese empeñado en destruir en tiempo record todo lo que el congresista Albio Sires construyó en 11 años.
Es como si el alcalde estuviese preocupado de otros asuntos y West New York, el asunto primordial, pasara a un segundo plano.
Los residentes de West New York están cansados de la incompetencia y el reciente escándalo-acusación de corte gay-sexual del señor Vega.
Por otra parte está el aspecto político.
Sal Vega, ha pasado a ser de un prometedor político-en quien Albio Sires depositó erroneamente su confanza-a un político en quien nadie puede confiar, a un hombre cuya solución para los retos políticos es el ataque sin piedad, el golpe bajo, la promesa vacía, el despliegue de poder, el desprecio por su propia comunidad.
Esto quedó ampliamente demostrado cuando el señor Vega dio su palabra públicamente de apoyar a Brian Stack para el senado estatal. Unas semanas después lidereó una de las campañas más sucias que se hayan visto en el condado de Hudson contra el propio Stack, a quien había prometido respaldar.
En un gesto quizá único hacia la comunidad cubana en la historia de los exilios, Vega le negó el permiso a los cubanos para celebrar la parada que tradicionalmente han celebrado por décadas a través de la Avenida Bergenline.
Está incomprensible medida le puso la tapa al pomo.
Vega despreció e insultó a la comunidad cubana negándole el derecho de celebrar su parada tradicional en West New York
Nuestra comunidad, perpleja ante aquel gesto de desprecio, todavía se pregunta ¿por qué el señor Vega censuró a un exilio, del que él es parte precisamente por huir de la censura? Y muchos lo comenzaron a llamar “dictador”.
En Miami nuestros hermanos lo hubiesen sacado de la alcaldía.
Muchos de esos residentes cubanos que se han preguntado cómo en la ciudad adyacente de Union City un alcalde norteamericano ha eregido una escuela con el nombre de José Martí, parques con el nombre del apóstol y Celia Cruz, celebra con enorme respeto los logros de los cubanos en el exilio y los respalda hasta el punto de ir en contra a su propio partido-como lo fue en el caso del secuestro de Elián González-cómo un alcalde que nació aquí, no en Cuba ha estado siempre en primera fila para asistir y apoyar a la comunidad cubana muestra tal consideración para nuestra comunidad y Sal Vega censura una parada cubana.
Aquella medida fue la madre de todos los errores políticos.
Lo peor fue que el año siguiente el hombre, con sombrerito colombiano, caminó en la misma parada que un año antes había prohíbido.
Los cubanos no olvidamos esto.
Siguiendo su línea de hacer política, hace unos días, cuando más de 200 personas se congregaron en un local para celebrar una reunión democrática en la que se plantearía la opción de como solucionar los problemas de la ciudad, Sal Vega envió a sus súbditos a pararse en la puerta, entre éstos nada menos que al jefe de policía de la ciudad, exclamando que su ciudad era la mejor del condado de Hudson, rodeados de huecos y latones de basura. Parecía una escena digna del caciquismo político chavista, no la de un alcalde de una ciudad en la democracia más ejemplar del mundo.
Todo esto da la impresión de que el alcalde se ha desconectado de la política democrática y su correspondiente conducta.
Da la impresión de que el alcalde está descompensado o por lo menos fuera de contacto con la realidad que enfrenta su pueblo y la responsibilidad que implica su posición como un servidor público.
En enero se reunirán otra vez los hombres y mujeres de West New York que han dicho: “¡Ya está bueno!”. Discutirán la manera democrática de salir del atolladero en que Sal Vega tiene a la querida ciudad de West New York.
Son dignos de admiración y respaldo, han decidido enfrentar a un hombre carece de palabra y escrúpulos y da señas de olvidar su verdadera función como político para valerse del poder que hoy sustenta con el fin de atacar una vez más, sin piedad, a los que tienen una opinión contraria a la suya.