La Lupe: Queen of Latin Soul-Un film de Ela Troyano
Rafael Román Martel
Desenterrado de la Avenida Olvido, esquina Mediocridad, nos sacude el excepcional talento y vida de La Lupe, expuesto en Cantos Latinos este mes y realizado por una cineasta de considerable talento y afilada inteligencia: Ela Troyano*.
Nacida en el diminuto pueblo de San Pedrito, provincia de Oriente, Guadalupe Victoria Yoli Raymond, de descendencia francesa, llegó a inmortalizar la salsa cuando los pioneros de este género en Nueva York comenzaban a gatear.
Con un estilo único, irrepetible, inaccesible al comercialismo y la litigia rítmica de otros exponentes de la salsa, La Lupe llegó en corto tiempo a ser reconocida como The Queen of Latin Soul por el mundo anglosajón, en el umbral de los 70.
A los doce años de edad ganó su primer concurso musical. Cuatro años más tarde, a mediados de la década de los 50, cantaba en el club La Red de la Habana, ganando 28 dólres a la semana y la admiración de un consistente grupo de seguidores.
En 1962 emigró a Nueva york tras ser criticada por el totalitarismo cubano a causa de su expresionismo epiléctico. Para un grupo de dirigentes totalmente carentes de talento y llenos de odio y desprecio por el arte, esta fue una critica justificable.
La Lupe no cabía en Cuba.
Mongo Santamaría la introdujo a la noche newyorkina, llevándola al club pionero de Jazz The Bird Land donde causó impacto desde su primera presentación.
Bajo la sombrilla de Santamaría se presentó en el Teatro Apollo, los clubs Triton y Palladium Ballroom y otros de los más populares nightclubs de la época. Su fama se expandió hasta el oído de Tito Puente, quien también impulsaría el principio de su carrera.
Ese año comenzó a cantar en el nightclub La Barraca de Manhattan. Su voz de de trueno ronco y melodioso, su estilo y su imponente personalidad la elevaron a la fama. Tito Puente continuó colaborando con La Lupe hasta que la cantante lo comenzó a eclipzar y Puente decidió tomar una ruta más comercial: adoptó a Celia Cruz.
En un cuidadoso catálogo de entrevistas e imágenes, Troyano nos lleva detrás de las cortinas caribeñas de la salsa, revelándonos la tumultuosa vida de La Lupe. En las voces de personas cercanas a la cantante la directora nos va llevando de la mano hasta el signo de interrogación: ¿Por qué se dejó a esta singular intérprete caer en el olvido? El sonido del populacho es capaz de apagar hasta a los grillos o ¿acaso algún vicio oculto, conocido sólo por los actores de la época consumió su vida y su carrera? Ela y su ojo cinematográfico no sólo rescatan a La Lupe del silencio sino que la colocan en el lugar correspondiente: la inmortalidad.
Filmado en Nueva York, Miami, Puerto Rico y Cuba, el documental evoca una apreciación especial por la artista al mismo tiempo que nos presenta una profunda mirada a la combulsión de los años sesenta y setenta, donde el excentricismo llegó a romper barreras y los sentimientos expresados en el arte popular no habían caído en el abismo. Lupe es parte de esa explosión creativa y esa inocencia. Fue apreciada por parte de ese mundo, después sería ahogada por el colorete del carnaval y la plaga narcótica del final de los 70 y el principio de los ochenta.
Raudas y acertadas imágenes del Nueva York de los 70 nos transportan al laberinto involuntario de la nostalgia: Nueva York era un lugar único, especial en aquella época. Lo es hoy, lo será siempre. Ninguna ciudad del mundo, ni La Habana en sus mejores años, ni Paris ni Berlin en los 20 tuvieron la diversidad, la vida nocturna y el arrebato de esta metrópolis. La asersión de que La Habana-una gran ciudad en su época, no hay dudas-tenía una vida nocturna más activa que cualquier ciudad del mundo es parte de la hipérbole caricaturesca de la linguística Kitsch cubana.
Su vida personal estuvo marcada por el signo de su era. Muy joven convivió con el músico cubano “Yoyo” Reyes del que se separó en 1960. Llegó a casarse en Nueva York con William García, con el que tuvo una hija, Rainbow. Su hijo René Camaro nació de su relación con su primer esposo*. Su relación con García sufrió altas y bajas hasta que la cantante se separó de su esposo para proseguir su carrera pero ésta comenzó a decaer en 1975, cuando la orquesta Fania All Stars la dejó a un lado para lanzar la carrera de Celia Cruz en Estados Unidos.
De un salto al estrellato, La reina del Latin Soul cayó en la pobreza, hasta quedar destituída. Sin casa y sin dinero realizó un radical cambió de religión en los ochenta. Una practicante de la santería durante la mayor parte de su vida, La Lupe se convirtió en evangelista, ofreciendo su testimonio en iglesias de Puerto Rico.
En 1985 repasando los canales de televisión recuerdo ver el teletón que se le ofreció. No recuerdo si fue en vivo por el canal 41 (Hoy Univisión) de New Jersey o el canal 47 de Patterson, no recuerdo si fue en vivo-como se solían televisar aquellos eventos por entonces-o si vi aquel teletón en un segmento especial de noticias. Recuerdo que fue un episodio triste para una mujer que llegó a tener dinero y fama, de quien se ha escrito-cierto o no- que llegó a comprar una mansión en Nueva York que había sido propiedad de Rudolph Valentino.
En 1988 el pintoresco amante de la música cubana, Pedro Almodóvar, usó una de sus canciones en su film Mujeres al borde de un ataque de nervios. La Lupe había estado en Madrid actuando durante su época de estrella, hoy uno de los más populares bares gay de la capital española lleva su nombre. Ironicamente para 1988 su carrera y su vida habían caído en una etapa insalvable. Sólo quedaban sombras de su tiempo de diva de la canción latina. Su salud poblada un intenso y constante nerviosismo, una inquietud delirante, atraía la atención, el habletéo, la curiosidad y-en algunos-la preocupación de los que la conocieron en su plenitud. Había pasado por nosotros dejando na estela de color vida. La mayoría no comprendíamos entonces que estábamos ante una leyenda, ante una artista muy por encima de sus contemporáneos y su tiempo. Esto es común entre esta estirpe, que es comprendida cuando ya no la podemos celebrar en vida. Celebremos a La Lupe en el infinito hilo razgado de su voz.
Indiscutible es que nos dejó su voz como testimonio de su talento y de su originalidad artística, Ela Troyano se ha encargado de transportarnos en su cápsula visual hacia un feliz y trágico resumen del mundo de La Lupe.
Murió en el Bronx el 29 de Febrero de 1992. Diez años más tarde la calle East 140 Street en el Bronx fue rebautizada con el nombre La Lupe Way.
~ by Rafael Martel on September 15, 2007.
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