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Ella viajó por los navíos
Siempre al sur de la tormenta
Iba de luz y de blanco
Libre de la cadena de los besos
Nada pedía
Nada otorgaba
El otoño anclaba en sus ojos
Sus movimientos la brisa
Un clavel profundo como un ángel
De hombro a hombro
Le rasgaba los vestidos
Y le apresaba la mirada
En remolinos de inocencia
De vez en cuando
Tocaba tierra
Entonces iba a la fuente
Y allí cureoseaba
Calculaba
El amor y su estallido
“Cuidado” decía éste
“Sólo una vez existo toda una tarde
así como la vida”
Jugó a ser una fotografía
Mirando la montaña
Dejaba que el agua se sembrara en su pelo
En la batalla de sus noches solitarias
Reía
Escasas fueron entonces las rutinas
Creyó
Rezó entero
Un Rosario de ansiedades
Una emboscada de lámparas
La acechaba
Ella se hundió en sus viajes
Libre de esos besos, esos
Remolino a remolino
Fue cayendo
En la piel de siempre
Y sus altares
Abrió los labios
Buscando otros vientos
Creyó conquistar la montaña
Todo fue un vacío
Aferrada a un papel y a un sacramento
Sedujo las hojas secas
Para estar segura
En los brazos de la mitad
Del pan de cada día
Tarde
Tarde e inútil fue entonces
Todo intento
Los pedazos del cántaro
Siempre en la trastienda del alma
Eran todo fuente
Todo agua
Todo vida.
Rafael Román Martel 9 6 2015 UC