Cantos y saetas
La muerte y yo
Siempre estamos conversando
Nos sentamos hasta el alba
Debatiendo
Cuál de los dos le gana otra hora
Al próximo respiro
Nos jugamos rusa la ruleta
Pero ella es el casino
Una suerte amarrada sin balas
Camina conmigo,
Ha peleado al lado de mis rivales
Siempre anhelando mi caída
La mala suerte ha sido un Puente
Entre los dos
Pero ella siempre muestra
Su máscara embarrada de Victoria
¡Pobre enamorada!
Aspiramos la misma nicotina
Nos bebemos uno al otro
Hasta las puertas del infierno
Dejamos toda existencia
En la raíz de ese amor definido
Ese coro incomparable
Color promesa y saeta milagrosa
De la mujer que me hace sentir
Vivo
Y Ella retuerce
Sus tentáculos
Y agita coagulada su sangre;
Hala y a tiempos cede
Su tierra seca
Ante las cruces
Su atroz acometida
Ante oraciones que la fusilan y la empañan
Siempre despreciamos celosamente unidos
Los seres
Que no se queman viviendo
Los seres que adornan las ceremonias
Ceremoniosamente,
En pantallas de una realidad vacía
De ausentes pasiones
Desneables
Y los circos
En más de la mitad de un ser
Que a nombre de su hijo
Ceremoniosamente
Acorrala la existencia
De una mujer que en sus redes
Cayó tranquilamente desvelada,
Practicó el arte de escuchar
Y no habló más
¡Qué tristes diamantes entonces poblaste
la habitación de los viajes!
Son sus facilísimas presas
Sin orgullo ni tormentas ni talento
Los que aparentaron ser
Aldabas en las puertas de Tiffany
Resume la muerte las habitaciones de mis casas
Desde niño
Registra mis gavetas prohibidas
Estudia y alimenta sin césar mis miedos
Derrotados
En el galillo de un cementerio
De Cárdenas
Entre henequén y púas de hierro
En la puerta de las rejas de los muertos
Y no le agrada
Mi mirada gris ni el ópalo
Funeral y siniestro en la eulogía
De mi sentencia
De golpes adentro, de fiestas y de cantos
Que a gritos cumplo cada día
Olfatea mi aliento
Estudia con profundidad mis movimientos
Con un veneno mortal y minucioso
Se disfraza de cobra rezada
Por el sicario del amor y del odio:
Ese dinero
Dinero
En las ruidosas lunas cuando siente
Mi dolor
Insiste
Hasta los nervios del alma
Y no hay hija ni amor ninguno
Que amanse las entrañas de su fuego
Nos sentamos frente a frente
En la mesa de su casa
Ella se ofusca
Se ensaña con mi rincón trizas
Mi corazón hecho pedazos
Intenta seducir y dictar mi oración y
Mis palabras
Destella su oscuro fulgor en mis ojos
Y canta
Canta
Alza su voz,
La acompaña la flauta envenenada
En los nombres en cruz que aparecen
Una y otra vez
A través de la ventana
A veces
Se posa en mis sentidos
Se enfurece cuando amo
El gemido de la vida
Y sonrío entrecortando
Un beso dado a pleno día
En el río asonante de los labios
Y en todo lo que vivo y
En lo que jamás
He alcanzado a creer
Porque celosa no le pertenecen
Ni las noches ni las sábanas
De la mujer que he amado
Más allá de las entrañas
Y allá donde la paz, la mala voluntad
La arrogancia arrasará
La mitad de estas vidas
Esclavas, inservibles
Al deleite de su asfixiante desprecio
Tatuado voy de espantos
Voy contra ella
En mantras saturadas de sangre
Embriagado de caricias
De sudor congelado de rocío
Y ella ruega
Suplica
De vez en cuando
Que los lleve a todos conmigo
A su lúgrube festín de multitudes
De fuego eterno y de torturas,
De luto y de tragedia
Le exige a mi espíritu
Que no le pertenece
Deje huérfanos, deje heridos
Ah, caprichosa
Muerte intemporal
Adentro de tus versos se desata mi volcán,
Compañera de rumores
Cómplice de auroras drogadas en la piel
De alcobas dominantes
De habitaciones verdiazul
Que embriagan la pureza de estas llagas
Enemiga del amor
Esclava del odio bañado
En los ojos que desdeño
Y laten al final de mi gatillo
Y se posa en el temblor rabioso de mi mano
No dudes
Dispara tu deseo y tu veneno en mis pulpilas
Llévame de rodillas al Cristo
Dos veces
Dos
El me Ha arrancado de tus manos
Más de dos veces El en mi te ha vencido
Amarga compañera
Jamás te impones a Lo Escrito
Muerte inseparable
Amante sin luna ni colmillos
Mala hija, hija derrotada
Piedra y sólo piedra,
Dolor y tuercas en mis huesos
Nadie nos entiende
Nadie ha calculado
El sentido constante que nos une
Caprichosa,
Mujer Fantasma
Esposa de la morgue
En tus besos de papel
respira tu sobria saciedad
Y deambulan tus víctimas
que arrastras día a día
Ni treinta minutos en ti
Ni raptándome amedrentas
Los seis perros asesinos en mi brazo
Roto en diez mil Padres Nuestros
Ni en la noche que traes
Este generoso martirio a mis huesos
Llegas a alcanzarme
Ah, como tiemblas tú en tu deseo
Bien te conozco
Insalvable amante
Interpolada entre los pedazos
De estas estrofas sin luz ni rumbo ni camino
Carmileteando el verde de este otoño
Ah, muerte
Muerte amiga,
El moho emancipa tus pechos
Alimentados de sangre
De rubia libertad mordiendo el verso
Como labios y espuma y dagas
Ya media mitad apagada de luz
De este Septiembre que jura matar las hojas
Que nos une, nos amarra
Muslos, cuello abierto y
Soledad que busca su verdad en las montañas
Enjaulada centella en mis brazos
Que explota
Y me hunde hasta el aliento
Vida soy vida
Todo sangre
Todo amor
Late lejos y en tus deseos
Ya pronto tendremos
Ese encuentro
Muerte, querida inevitable
Que tanto te adoras y te miras
En mi espejo
Mientras esquivo
Tu halado mantel de nombres
y de alas
Lejos
Lejos de la médula de las familias
Que me odian
Lejos
Muy lejos
De sus nietos, biznietos y
Sus hijos
En nuestro encuentro
Para ti y para mi
Cantos y saetas
Nos aguardan.
Rafael Román Martel 9 17 2015 UC