XIX
XIX
La noche es la útima parada
De estos corazones
Donde las naves arden
En una música que ladra lentamente
Humedeciendo la trastienda de las pestañas
La noche se desvela en nosotros
Nos reclama sin cesar como un violin huérfano
Nos arrasa el sueño
Nos recorre los poros
Con aire de venganza enamorada
Con ansias y tormento
De las tardes se cela
Y a momentos nos advierte
Que sellemos este amor
Al final de las cortinas
En el pasaje final de nuestros años
Que golpe a golpe nos separan
La noche, esa noche
Cuando bailamos la voz gitana
Y nos purificamos de todas las furias en tu pelo
La piel se hizo lágrima y jazmín
Empañando nuestros labios de amantes consagrados
Nos hicimos un nudo de promesas
Fabricamos el pasado y el futuro
En el instante que es toda la vida
Y dejamos la vida en un instante
Sí, nos encontramos donde el diamante
En tus orejas fue un fugitivo
Derritiendo beso a beso el sudor en las espaldas
Por el precipicio del verde que abroga mi caída
Que me impetra, me insiste
Donde dejamos en trozos la existencia
Tus movimientos me increpan la salida
Tus dientes dejan todos los delirios en el cuello
Eres toda tú
Dominante y enamorada
Toda naturaleza y mar embrabecido
Reverencia del amor mismo
Pasiones que se encuentran
En el cenit de la transparencia y el cristal
Cortándonos el aliento, las soledades.
La blanca piel del viento cuando abrazas
Mi espalda entablada de heridas y de sal
Y pesan tus rodillas en septiembre
Amansan las traiciones de mis enemigos
Aplacan todas mis venganzas
Con un azabache invisible en tus pupilas
Con tu cadena en el tobillo
Vestido de juventud y sus deseos
Y así nos quemamos nave a nave
Beso contradicción y argumento
Que se desata en esa noche
En los ruidos de la alcoba desatada
Y la presencia de tu madre
Tocando la puerta
En una fotografía viva
me separa y me intriga
Y la lámpara brilla, brilla
En la última parada de tu mente:
Saeta iluminada de neón en tus sentidos
Corazón donde las naves arden
Y existes en mis brazos
Y la música que acompaña lentamente
Y otra vez
El desvelo tatuando
Nuestros nombres en el aire.
Rafael Román Martel 9 20 2015