Oficiales de la IBF acusados de Corrupción
Rafael Román Martel
La corrupción, un anatema crónico en el boxeo, tomó un giro escandaloso el pasado mes, cuando el presidente de la IBF (International Boxing Federation) Robert Lee Sr., su hijo Robert Lee, Jr; vice presidente, Donald Brennan; ex comisionado de boxeo de Virginia, que funcionaba como ejecutivo de la IBF y Francisco Fernández; comisionado de la IBF fueron acusados en una corte de Newark por un fiscal federal de corrupción, por recibir pagos de boxeadores, managers y promotores a cambio de que los pugilistas aparecieran en los primeros números de las categorias, colocándolos en posiciones en que se veían capacitados a pelear por la corona mundial. La investigación revela un ciclo de corrupción a lo largo de 13 años.
El procurador federal Robert F. Cleary dijo: “Los acusados corrom-pieron completamente el sistema de “ranking” de la IBF.” Lee y sus socios enfrentan 32 cargos de los cuales fraude y raqueterismo son los más serios.
Varios promotores han confesado haber tenido que pagarles a los ejecutivos de la IBF miles de dólares para colocar a sus boxeadores en las primeras categorías, porque aunque éstos se habían ganado el derecho de pelear por la corona, Lee y los otros exigían soborno por lo que en realidad se trataba de hacer su trabajo.
Ese fue el caso de Kathy Duva, CEO de Main Events, promotora de Fernando Vargas, quien tuvo que pagar $25,000.00 para que colocaran a Fernando en los primeros puestos de los junior middleweights, posición que Vargas había ganado por sus victorias. Otro que ha sido mecionado en el escándalo es el promotor Bob Arum, a quien Ron Borger señala como a uno de los promotores que se vio obligado a pagar otros $25.000.00 a la IBF para no tener que afrontar costos a-dicionales en las peleas. Arum niega las acusaciones.
El total de los pagos llega a los $338.00 y comenzaron unos meses después de la fundación de la IBF.
Este caso le puede dar luz verde al gobierno federal para regular el boxeo. Se esperan sesiones especiales en el congreso y algunos predicen la fundación de una organización de caracter nacional, la cual incluya la seguridad de que los boxeadores son “ranqueados” por mérito y no por pagos. El senador John McCain, un ávido fanático del deporte, está realizando esfuerzos desde hace algún tiempo para que el gobierno federal forme una entidad que regu-le el boxeo. Hasta el momento todo ha quedado en palabras.
Así trabaja
la cosa…
de la corrupción en la IBF. Usted convence a un promotor local de que usted tiene un chance de ser un boxeador profesional. Se dedida a entrenar. Le paga a unos cuantos jóvenes que hagan un poco de ejercicio para que peleen con usted y se caigan en el primer o segundo ro-und. Asi gana unas quince peleas locales, y comienza la fama. Desde luego, se cuida mucho de no meterse en el ring con un verdadero boxeador. Una vez que esté listo para una verdadera pelea, escoge a otro cadáver caminante y por unos 1000 dólares lo aniquila frente a 8,000 espectadores.Una vez que compre a dos o tres más viene lo bueno. Pide un préstamo en el banco, vende su carro y su casa, o quizá encuentre un “amigo” que esté dispuesto a invertir en su “carrera”, y contacta a uno de los oficiales corruptos de la IBF, quienes por un billete, lo colocan en los ranquings,-clasificaciones-entonces está listo para pelear en serio sin haber sacrificado mu-cho físicamente y puede que con los “correctos” contactos le den una pelea que va a pagarle su inversión y un poco más. Se puede poner de suerte y llegar a pelear por un cam-peonato mundial.
Esto, por increíble que parezca, es lo que se hacía en la IBF, y ahora el gobierno está investigando la posi-bilidad de que exista en otras organizaciones.
Ahora bien, aún si usted es un legítimo boxeador o una estrella no va a subir en los ranquings hasta que suelte la plata.
Es una verdadera desgracia que haya sucedido y quizá esté sucediendo esto. Ya suficientes problemas tiene el boxeo con la mala fama que ha criado para que vengan personajes como Robert Lee y sus secuaces y le acaben de poner la tapa al pomo.
Si algo puede salvar al boxeo son los peleadores auténticos, que en ocasiones – como sucedió recientemente con Stephan Johnson-pierden la vida por el sueño de llegar a ser campeones. Que si existe corrupción, también hay muchas personas que lo sacrifican todo por este brutal deporte.