Castro’s Retirement Plan

Rafael Román Martel

Los Estados Unidos anunciaron que su política hacia Cuba no cambiará un ápice después que el mundo acaba de saber que Fidel Castro ha anunciado su retiro.

Esto puede ser interpretado de varias formas.

La política repúblicana ha mantenido el falso embargo y las ilusiones de los cubano- americanos de que apretando a los comunistas éstos cederían y caería como una fruta podrida, la dictadura más atroz en las Américas. Por otra parte esta administración ha negociado con el régimen cubano como ninguna otra: se calcula que más de dos mil millones de dólares se han vendido en alimentos al gobierno cubano durante los ocho años que Bush han mantenido la “política dura” hacia la isla. El pasado año los productores norteamericanos pudieron vender 437.5 millones al régimen. ¿A dónde va esta comida? No parece que al pueblo, porque mientras los hoteles para los turistas están repletos de lujos y todo tipo de manjares, el pueblo pasa las más básicas necesidades. Al mismo tiempo que la administración de Bush “aprieta” a Castro, los negocios que hace con su régimen mantienen el Apartheid en Cuba. ¿Paradójico no?

En estos momentos Los Estados Unidos no cambiarán su política porque saben que los cubano-américanos del sur de la Florida y el noroeste del país no votarían por uno de los candidatos más flojos que el partido ha nominado desde Bob Dole.

La moral de los partidos políticos se define por la cantidad de votos que pueda sacarle a cualquier grupo étnico, de intereses, etc. La otra moral, la emocional, es la que le venden a cualquiera, repitiéndoles lo que desean oir. Por eso de cualquiera de los dos partidos los candidatos van a Miami o a Union City y repiten como papagayos: ¡Cuba Serrrá Librrreee! Y los cubanos, llenos de sentimiento patriótico, sufriendo por sus familias en Cuba, aplauden y salen después a votar por el que mejor les promete una solución a su problema.

En el otro lado de la esfera, que es casi la misma cosa, los demócratas siempre le han dado la espalda a los segmentos más militantes del exilio cubano. Desde Kennedy hasta Clinton han estado renuentes ha mantener la “línea dura” de los repúblicanos. Sin embargo han sido las administraciones de los demócratas las que han recibido a miles de cubanos en este país, como la de Carter en 1980 y Clinton en 1994.

Como este país se mueve, como casi todo lo demás, a base de intereses, y el verdadero interés de los norteamericanos es poder influir de manera definitiva en la Cuba post Castro, este no es momento de mover un dedo. Han estado esperando que esta fruta se caiga de la mata por medio siglo. Un tiempo más de espera no les da ni frío ni calor.

Para nosotros el retiro de Castro puede ser el comienzo de una nueva era, porque Raúl no es un tipo muy popular, que digamos. Y los abusos y los crímenes de los comunistas han sido tantos y por tanto tiempo, que en Cuba cualquier cosa puede ocurrir.

Para los que sufrimos años dentro de aquella dictadura, es un poco confuso el término de “retiro” para Fidel Castro. ¿Cómo se retira un individuo de destrozar a toda una nación, de asesinar a miles, de encarcelar a cientos de miles, de separar a cientos de miles de familias, de exiliar a dos millones de cubanos? Es como si Adolfo Hitler al finalizar la segunda guerra mundial se retirara a las montañas de Bavaria. Es como si el crímen en masas tuviere un “retirement plan”.

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