Crónica de una guerra anunciada
Por Rafael Román Martel
Para los que leyeron esta columna en el pasado número de La Razón mi ardua campaña a favor de Bill Clinton ha dado resultados. Los esfuerzos, no sólo a través de esta columna, sino por medio de incansables horas en las cuales contacté telefónicamente a cientos de admiradoes de Clinton, han sido fructíferos. No quiero alardear de mi influencia sobre la política exterior del país. Yo sólo puse un grano de arena. El presidente ha sido persuadido mediante la cósmetica habilidad del Secretario General de la ONU, el señor Anam Kofi, de que Sadam Hussein no es tan mala gente: después de todo se puede conversar-y hasta razonar con él. Claro está que se debe tener en cuenta la indiferencia del mundo hacia los cientos de miles de kurdos y shiítas masacrados por este moderno sultán. No obstante, recordemos que el presidente Bush dijo en 1991 que Sadam era Hitler. Después de la guerra no se utilizó esta retórica hasta que apareció Monica Lewinsky. Entonces se dijo que Sadam era un verdadero monstruo y hasta 38 eminencias en política exterior firmaron un elaborado documento donde se pedía la eliminación del régimen de Bagdag, esto fue el 20 de febrero. Pero sólo se necesitan unos días para que todo cambie drásticamente. El lunes 23 de febrero, el Secretario General de la ONU, el señor Kofi, “resolvió” la situación: “Creo que hemos llegado a un acuerdo satisfactorio” dijo. Hay que darle al César lo que es del César: Clinton es un natural, su capacidad de adaptarse a cualquier situación lo señala entre los pilares del político moderno. Tal parece que hubiese salido de condado de Hudson. En este caso tenía todo preparado para desviar la atención del mundo hacia un conflicto externo, pero las manifestaciones de jóvenes pacifistas, y la intervención de la ONU en conjunción con esta columna de La Razón estropearon sus planes. Fuentes fidelignas informan que se vio al director de La Razón, Nibio Martínez, entrando y saliendo de la ONU con un portafolios. No se ha confirmado la razón de las frecuentes visitas de Martínez a la ONU, pero según información recibida de parte de altos dignatarios de esa organización, Nibio, se reunió varias veces con Kofi antes de la visita del Secretario General a Iraq. El caso es que días después de lo que se celebró como un triunfo para la ONU, el New York Times publicó que prácticamente todo lo que negoció Kofi en Iraq venía de un libreto del Departamento de Estado, también se mencionaba que Kofi había recibido instrucciones específicas de parte de Madeline Albright. Hasta ahí llegó la credibilidad de Kofi y de la ONU. Eso quizá explica la discretas visitas de Nibio a la ONU. Ni Kofi ni la ONU tuvieron nada que ver con la decisión que tomó Sadam Hussein en cuanto a dejar a los investigadores especiales de armas químicas continuar su trabajo.
Todos respiramos mas tranquilos, después de todo ¿quién necesita otra guerra? A Clinton ya no le hace falta, bastante tiene con el batallón de mujeres que lo acusan. Tal parece que cada día sale una nueva, Clinton no sale de una para entrar en otra y ahora, por si fuera poco le cayeron arriba los cubanos. Después del reciente cambio de política hacia Cuba Miami está que arde. Union City no se queda atrás. Lo curioso de esto es que los cubanos están reaccionando como si Clinton hubiese sido un defensor de la causa cubana, cuando siempre ha mantenido una posición de apoyo hacia las causas de izquierda, y esto lo hemos señalado abundantemente; ahora queda demostrado una vez más. En las estaciones de radio de Miami se escuchan expresiones como: “Yo voté por Clinton, pero jamás creí que fuera a hacer esto”. Es tarde para lamentos. Clinton actuó y continuará actuando en relación a Cuba con una política flexible que quizá solucione algunos problemas económicos pero que no persigue la ansiada libertad para el sufrido país. No debemos olvidar tampoco las manos del Papa en todo esto, quien, con las mejores intenciones, intervinó. Su influencia es ahora evidente. La guerra anunciada no es con Iraq, es la que los cubanos le acaban de declarar a Clinton. Tarde o temprano-lo dijimos-Clinton sacaría sus verdaderos colores.
Crónica de una paz no esperada
En cuanto a Iraq, la iniciativa propagandística del Departamento de Estado estaba en plena campaña. Se intentó, con éxito, preocupar a la “opinión pública” de que armas biológicas amenazaban la paz de los ciudadanos de este país. Hasta la cadena UNIVISION, controlada por enormes intereses político-económicos transmitió el arresto de dos hombres que tenían en su posesión el agente químico Amtrax, con afiladas connotaciones dirigidas a asustar a los ciudadanos. “Si esto está pasando aquí ¿qué no hará Sadam Hussein?” se preguntaron millones de personas. “¡Son los árabes, esos son los árabes que mando Sadam!” Exclamaban otros. “¡Hijo, ni no lo matamos se coje a Union City!” exclamó mi tía(que no se llama Dodorita). “Entre este hombre y Fidel Castro estamos perdidos” repetía un señor agitando un sombrero en una churrería de Union City. El mensaje estaba llegando. El domingo 22 de febrero el señor Kofi proyectaba optimismo en las negociaciones con Sadam. Había que aflojar el pedal. Entonces comenzaron las atenuantes. Coincidencialmente, ese mismo día el abogado de Mónica Lewinsky declaró que su familia no tenía dinero para cubrir los gastos de la defensa, o sea los que van a su bolsillo. Anunció que se iniciaría un “fondo” para que el público enviara dolares que él cobraría y amenazó con la inevitable publicación de un libro. No tengan dudas, el libro viene. Es parte de nuestra época; si usted quiere escribir un libro “best seller” cometa algún acto de extrema violencia o métase en un escándalo sexual con una figura pública. Si la combinación es sexo y violencia el autor tiene asegurado el futuro.
Para el 27 del mismo mes Francia y Rusia presionaban fuertemente por frenar el anunciado ataque estadounidense. Francia, con poderosos intereses petroleros en potencia, Rusia y China con similares pretensiones, intentan dar, desesperadamente, una salida diplomática al asunto. Esto estaba casi sellado con la gestión de Kofi -con crédito de diplomatico y todo- hasta que el mismo día el New York Times reveló que el trabajo que realizó Kofi en Bagdag había sido preparado por la oficina de la Secretaria de Estado, Madeline Albright. Hasta ahí el diplomatico. Después se borraba de las noticias a Sadam Hussein y volvían a la carga las mujeres de Clinton. Hubiese sido un golpe audaz, cruel y hasta cierto punto efectivo para el presidente bombardear a Iraq, pero se vieron envueltos en el asunto mayores intereses y no se pudo justificar la planeada agresión. Sadam Hussein jugó bien las cartas, el sabía que todo el alboroto de atacar a su país no era mas que una coartada política; por el momento Sadam está a salvo, Clinton también. Los recientes escándalos alrededor de la figura del presidente no representan una amenaza de que sea destituído. Clinton es un maestro en manejar este tipo de situaciones. Sus altas y bajas en política internacional-como en el reciente caso de Cubano son razones suficientes para que esté arrinconado y en una situación verdaderamente seria. La prensa lo adora, los liberales se desviven por él, los conservadores que votaron por un “puente hacia el siglo XXI bajan la cabeza, pero, en esencia, aquí no pasa nada.
Publicado en La Razón, 2 de abril de 1998