Political Reporter #19
Las últimas noticias de Cuba dan otra señal del recrudecimiento de la dictadura. Los pequeños comercios y otros servicios prestados por los ciudadanos de manera autónoma han sido totalmente reprimidos por un nuevo dictado de Fidel Castro. Esto no es nada nuevo. Desde el establecimiento del comunismo se comenzaron con las llamadas “reformas” que incluían la “intervención” de todos los negocios. Cuando aquello, al principio de los 60, se les llamó desde “latifundistas” hasta “pequeños burgueses” a todos los cubanos que tenían desde una fábrica de hacer caramelos hasta un puesto de salchichas. La mayoría del pueblo aplaudió “la dictadura del proletariado” con el mismo fervor que lo hicieron con los fusilamientos y las inhumanas condenas a los que se manifestaron contra el comunismo.
Al final de los ochenta la dictadura apoyó una serie de iniciativas que daban cierta libertad económica, como los llamados “mercados campesinos” y los “paladares”, donde los ciudadanos ejercían control sobre las ganancias de la venta de los productos. Esto causó algún alivio a la destruída economía estatal. Los mercados libres, en conjunto con los cientos de millones que entraban a Cuba del exilio, ayudaron al régimen castrista en tiempos críticos, cuando el comunismo prágmaticamente cayó como filosofía universal y cesó la astronómica asistencia económica de la antigua U.S.S.R. Pero esta situación no duró mucho. Al percatarse del éxito del semi libre mercado, el partido tomó cartas en el asunto, organizando sus “diplotiendas” y dolarizando al país para su beneficio. Aún asi muchos cubanos continuaron prestando servicios por su cuenta.
Este mes Fidel Castro ha decidido realizar otra purga económica, recentralizando la economía nacional a todos los niveles. Con esto viene otra ola de represión, de delatos, de sentencias por vender un trozo de carne o realizar cualquier trabajo que no tenga la bendición del partido. En contraste con los años sesenta, son ahora muchos de los afectados comunistas, fidelistas y otros apologistas del sistema y, desde luego, las nuevas generaciones que no experimentaron aquellas “intervenciones’ de sus padres y abuelos. Tal parece que Castro ha calculado el éxito de la dependencia del exilio y cuenta con ésta para sostener los últimos años de su dictadura, controlando todos los servicios prestados en el país para ser él y su nomenklatura los que obtenga todas las ganancias.
Con la humillación del Apartheid turístico, las continuas violaciones a los derechos humanos-recientemente denunciadas por Alemania y otros países europeos- y la represión política en su máxima expresión, se añade ahora la total represión económica. Los que envían dinero a Cuba tendrán que aumentar las cuotas para sus sufridos familiares. La bolsa negra, única vía de sobrevivencia en Cuba, caerá bajo el agudo escrutinio de las autoridades políticas.
Sin luz al final del túnel, Cuba se hunde en la opresión, apoyada por una minoría que ahora será aún más recompensada por mantener a millones de cubanos en un laberinto de terror y paranoia. Con muchos llamados comunistas afectados, las nuevas medidas económicas tienen que ponerlos a pensar “¿Hasta dónde nos llevará Fidel?” Nosotros tenemos la respuesta. Si no ocurre un cambio en Cuba, Fidel Castro llevará a los cubanos a los más degradantes niveles de pobreza social, política, humana y económica que haya experimentado América Latina. Su obsesión con el poder terminará por arruinar aún más a la isla caribeña. ¿Qué alternativas tiene el pueblo de Cuba? Con exepción de los disidentes, el pueblo irá a la plaza de la revolución, una vez más, a aplaudir la mismas leyes que lo denigra y subyuga.