Political Reporter #24 911
El 11 de septiembre del 2001 quedará como uno de los más trágicos y tristes días de nuestra historia. Desde entonces la vida de los habitantes de este gran país cambió para siempre. Jamás será el mismo país, donde la libertad tendía su manto seguro sobre nosotros. Desde el 11 de septiembre un enemigo fanático, cuya fuerza es alimentada por el odio, nos acecha. Un enemigo que trabaja desde las sombras, cuyo fin es la destrucción de cada uno de nosotros. Vivimos tiempos difíciles. Por primera vez en la historia este país está en estado de sitio. La gran ola ofensiva que los Estados Unidos ha lanzado sobre el mundo en todos los campos, especialmente económico, se ha convertido en una estrategia de precaución y de defensa. Tenemos desde ahora que mirar a nuestro alrededor en los aeropuertos, en los parques de recreación y en todo lugar donde se concentren miles de personas. Porque hoy en este país nadie tiene la certeza de estar completamente seguro.
La única manera de ganar esta guerra es eliminando a los diabólicos extremistas que ponen en acción, a nombre de Islám, los más siniestros y sangrientos planes. Para las organizaciones terroristas dicha misión va más allá de objetivos sociales o políticos, para ellos se trata de una misión sagrada que les asegura un lugar en el paraíso.
Todo aquí cambió para siempre por mucho que nos aseguren nuestros líderes que hay que continuar con nuestro libre estilo de vida. Los aspectos más triviales de la vida cotidiana, como abrir una carta o ir al teatro, han sido víctimas directas de la masacre del 11 de septiembre.
No obstante, ganaremos esta guerra, porque a la vez que se nos ha golpeado de manera atroz, asi se levanta el espíritu de la gran nación, haciendose patente en la gran manifestación humana de sus habitantes y en la voluntad de sus líderes y sus ejércitos. El futuro del diábolico régimen del Talibán tiene sus días contados. Y después de su eliminación la guerra continúa; sólo la más extrema violencia neutralizará las acciones terroristas y sus células clandestinas, diseminadas por el mundo con la única misión de matar y destruir la civilización occidental.
Photo: Rafael R. Martel Sept 12 2001
El gran despertar de América no es sólo militar, es un despertar humano, una sacudida de conciencia, un golpe al alma de la nación. Los ciudadanos y residentes de este país, en su gran mayoría, comienzan a comprender la importancia de vivir seguros, en libertad, y UNIDOS. Esperemos que este espíritu unitario perdure más allá de la guerra y la paz.
La economía sufre y sufrirá los estrágos del terrorismo. Los privilegios de algunas libertades civiles serán restringidos a nombre de la seguridad nacional. La comparsa de la inmigración al descaro sufrirá fuertes cambios. Aqui ya no se puede decir que pase lo que pase “en América no pasa nada.” Tenía que pasar – como señalamos en uno de nuestros pasados editoriales – algo que nos hiciera reflexionar, por algún punto tenía que explotar el globo de la supra abundancia y el despilfarro en que hemos caído como sociedad, donde la bolsa de valores, el dinero y todo valor materialista ha llegado a opacar los mismísimos valores humanos. Por otra parte, jamás imaginamos que tomara lugar esta descracia para sacudir el corazón nacional, haciendo que millones de norteamicanos regresen a la búsqueda de Dios y a los valores más nobles de nuestra especie. Pero asi sucedió, como sucederá el renacimiento de un país más unido, más humano, una vez que ganemos la guerra y podamos vivir un poco más tranquilos.
Excelente post. Por fin alguien revela la verdad que antes no se habia dicho. A pesar de no ser estadounidense, sino sudamericano apoyo y apoyare por siempre el liderazgo de los gloriosos y valientes EE.UU, el unico pais capaz de derrotar a los subversivos que amparandose en la religion, matan a inocentes con animos revanchistas y desequilibrados