Robar en tiempos revueltos

Rafael Román Martel

Cristina Kirchner, la presidenta de Argentina acaba de soltar una malvinada expropiando-léase robando-a la empresa española Repsol del 51% de la petrolera YPF. Siguiendo los pasos de su homólogo Hugo Chávez, Cristina ha dado un paso adelante por sus camaradas al poner de un tortazo a Mariano Rajoy y a su gobierno de “derechas” en prueba de fuego, ridiculizándolo ante el mundo civilizado y el pueblo español. Ya nos podemos imaginar a los dirigentes del PSOE brindando con rigurosos coñacs proletarios.

Luego de que a Barack Obama le faltó poco para dormirse en la mal llamada Cumbre de Las Américas y ante el tangible éxito de Colombia y la avanzada económica de Brasil, Cristina salió disparada de Cartagena de Indias y dio “el golpe”. Ha calculado, como sólo lo saben hacer los gobernantes argentinos, que esto se va a quedar así. Y si España se pone con cuentos terminará como el estrujado imperio inglés en 1982: derrotado y abatido por el emocional nacionalismo argentino. En el nuevo círculo progresista latinoamericano, donde el protagonismo es foco central, cosa de imagen, es Cristina la que encabeza la cartelera de la semana, proyectada hollywoodescamente en la fachada del teatro ALBA.

La señora ha pasado del ninguneo de la Cumbre a un primer plano en el hit parade que tanto alaga al kirchenismo y caracteriza a los argentinos. Ahora ella, la dama de hierro del cono sur, batuta en mano liderea la rumba corparsera del radicalismo en Latino América. A ver quién toca mejor el tango y baila la milonga. Su acto criminal ya ha revuelto los stadiums de fútbol que llevan la mayor parte de los argentinos en sus ilusiones y aseguraría la consolidación de un triunfo en las próximas elecciones, basado en el trasnochado truco hacer uso del nacionalismo para emborrachar las miserias de un país, que no necesita café, y que ha sido tradicionalmente intoxicado bajo la euforia; elemento abnésico ante la realidad interna.

Rajoy tenía información hace semanas de las intenciones del gobierno de Kirchner. Intentó mover las cuerdas diplomáticas hasta que no se le devolvieron las llamadas ni se le contestaron los comunicados. Ya todos sabemos lo que esto quiere decir.

La internacional socialista ha puesto en marcha su formidable aparato propagandístico detrás del golpe. Se espera la reacción del gobierno español para que salgan Evo, Hugo, Correa et al a hacer las consabidas declaraciones anti imperialistas, etc.

Pero los tiempos no están para andar robándole empresas petroleras a España que hundida en un desempleo de un 23% y fuertes medidas de austeridad, no necesita nuevos dolores de cabeza.

La andanada contra Rajoy en la madre patria no se hizo esperar, la risa y el sarcasmo viene de la izquierda mientras que los cañonazos de los segmentos que van desde el centro hasta el ala más conservadora. Es un asunto de dignidad nacional, algo que los argentinos tienen experiencia en despertar con sus innecesarios errores.

El viejo imperio tiene muchas cartas para jugar. El castigo puede llegar a sanciones de algunos de sus numerosos aliados hasta el retiro de una buena parte del vasto capital español invertido en Argentina. Algo está claro: las relaciones diplomáticas han sido profundamente afectadas por este acto de violencia económica y humillación al sacar físicamente a los gerentes españoles de las oficinas de YPF.

No podemos pronosticar-entre otras cosas porque no somos argentinos-las consecuencias de esta expropiación pero las tendrá como la tiene la creciente desconfianza de los países democráticos en hacer futuras inversiones en medio del alucinante entorno del realismo mágico.

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