Robo de supermercados en España: un llamado a la violencia comunista

Rafael Román Martel

Los comunistas, cuya labor es mentir, robar, y hacer todo tipo de daños-cualquier cosa menos trabajar honestamente-continúan provocando un desenlace fatal en España. El escritor Federico Losantos Jiménez advirtió hace más de un año que si los “socialistas” perdían las elecciones comenzarían a hacer todo lo posible por desestabilizar al gobierno del PP y a la sociedad española.

Ahí los tienen.

Imitando a la explosión en Egipto, comenzó a reactivarse la Internacional Socialista con los “indignados”. España fue uno de los países donde éstos calcularon un resultado eficaz. No funcionó muy bien. Todo el mundo se dio de cuenta que la mayoría de los “indignados” son unos andrajosos. Sus líderes son “revolucionarios profesionales”. Viven del cuento comunista. Les pagan por dar “conferencias” hasta en universidades norteamericanas. Hacen revolución en magníficos restaurantes y beben los mejores vinos-invitados ó con el dinero que recaudan de cualquiera que lo ofrezca- a nombre de la igualdad social y la eliminación de su blanco preferido: la burguesía. Haciendo “revolución” comen exquisitas paellas, fuman, hacen chistes proletarios y discuten “seriamente” el sacrificio que hacen por los 30,000 niños que mueren de hambre en Africa mientras tintinean sus copas a nombre de Mao y Stalin.

Ahora inventaron los asaltos violentos a los supermercados, abusando de las cajeras, exigiendo y robando impunemente a los comerciantes.

Es preciso entender que los comunistas españoles viven con la venganza en sus entrañas, no aceptan haber sido derrotados en 1939-cuando por poco acaban con España-e insisten en provocar otra guerra.

Para ellos el costo en vidas y la epidemia de una guerra civil no fue suficiente.

Se han dado a la tarea de hacer todo lo que está en sus manos por comenzar otra, porque el odio vive en ellos y se manifiesta en el robo, en el abuso y la violencia: la historia del comunismo.

Están activas todas sus organizaciones de punta y de sombrilla. En estas últimas arrastran a muchos bien intencionados, gente que se cree luchadora por la paz y la equidad social, quienes son utilizados por los líderes y sus más fervientes seguidores.

Ayer los indignados, hoy el robo de supermercados, mañana bombas a nombre de los pobres y los desposeídos. ¡Qué importa si asesinan a inocentes! Todo está justificado bajo su dios burgués: Karl Marx. Todo respaldado por sus “modernos” íconos Fidel Castro y Hugo Chávez. Los dos realizando la gran labor socialista: oprimir a sus pueblos, hacer trizas sus economías y aliarse a todos los enemigos de los países civilizados.

Para estos fines cualquier cosa es justificable, respaldar, por ejemplo, al genocida Assad II en Siria, quien ha masacrado a miles de niños con sus tanques o hacer mártires de Saddam Hussein, Khaddafi u Osama Bin Laden, el carnicero de New York.

Para los nuevos líderes “socialistas” Mahmoud Ahmadinejad es un hombre “bueno” que aboga por la exterminación del estado Israelí, niega el Holocausto y cuelga todas la semanas a homosexuales en plazas públicas a nombre del Islám.

Todos coinciden en su odio contra Israel, en su silencio ante las atrocidades que comete Corea del Norte y la dictadura de la familia oligarca de los Castro. Todos adoran a Hugo Chávez, les rien sus payasadas, apoyan sus abusos, aman su doctrina sin importarles un bledo las vidas que estos monstruos se llevan por delante.

Entrenado en Cuba y en Venezuela, ahora España tiene un nuevo líder, un alcalde de Andalucía que es el “master mind” (cerebro pensante o ambulante) de las expropiaciones de alimentos. No se sorprendan si sobre la vida de este sujeto hagan una película, porque la izquierda es magistral en la propaganda, en la manipulación de la verdad, en la reconstrucción de los hechos con el fin de fabricar a un héroe de un bandido. Hay tienen al Che Guevara, quien hasta la Mercedes Benz intentó utilizar en una de sus campañas publicitarias y quienes los incautos y otros imbéciles llevan orgullosos en sus camisetas, sin ni siquiera reflexionan sobre el origen y la trayectoria homicida de este personaje.

Del Che hicieron una película donde salía en una bicicleta a salvar al mundo. Los comunistas españoles abrazaron el film, al Che y hasta a la bicicleta. El Che, quien era un asiduo participante de dar tiros de gracia, fusilar y humillar a los cubanos es para estos facciosos, un héroe.

Por otra parte, Francisco Franco, quien salvó a España del Estalinismo, es un monstruo. Pinochet es el diablo. Fujimori es el hijo de Satanás.

No estoy de acuerdo con ninguna dictadura y condeno los métodos que los dictadores utilizan para mantenerse en el poder. El argentino Jorge Rafael Videla, por ejemplo, utilizó la tortura y métodos despreciables y totalmente condenables para ponerle fin a la violencia comunista en Argentina. Strossner hizo lo mismo en Paraguay y por ahí podríamos presentar una larga lista de extremistas de derecha.

De lo que no se habla mucho es de la violencia, la anarquía y el desorden que estos hombres lograron controlar. Si ellos fueron violentos, sus enemigos también lo fueron, quizá a mayor escala.

A muchos de estos dictadores se les ha juzgado y condenado. En cambio no se juzga a ningún “montonero”. No se hacen documentales y películas en Hollywood acerca de la crueldad inhumana del terrorismo que sembraron los comunistas en latinoámerica, de los cientos de miles de muertos de “Sendero Luminoso” en Perú, de las bombas que los revolucionarios comunistas hicieron explotar en resturantes y cafeterías de Argentina, Paraguay, Colombia, Bolivia y otros países de este hemisferio.

A muy pocos se les ocurre hacer un documental sobre las familias y las vidas que los comunistas han destruído: 100 millones de víctimas en el siglo XX. Nadie en Hollywood ha realizado un documental sobre las bombas que plantó el terrorista Nelson Mandela en Surafica, una de éstas dejando 37 muertos inocentes, que nada tenían que ver ni con capitalismo ni comunismo ni política.

Después de dejar más de 100 millones de víctimas en el pasado siglo toda intención es derramar más sangre.

España es un gran país. Un país lleno de historia, emblemático de lo bueno y también lo malo que llevamos en nuestra sangre los hijos de los países que fuimos colonizados por su imperio.

Es también un país religioso, tradicionalista y lleno de buenos españoles.

La izquierda de Zapatero comenzó a hacer su labor “humanitaria”, autorizando a millones de emigrantes a poblar las ciudades españolas, a darles subsidio a costa de los impuestos de ciudadanos españoles, a “internacionalizar” el país.

Hoy que España votó por un cambio, los comunistas no lo aceptan. Para ellos no hay tolerancia con el orden, desprecian la democracia. No hay respeto para la sociedad civil: es necesario activar la militancia por cualquier medio y método posible.

Si es necesario crear otra guerra civil aún mejor. Las guerras civiles, a las que Hemingway calificó de epidemias, para los comunistas no significan sino una purga necesaria para establecer la hegemonía burguesa de sus líderes y adeptos, encharcada en la sangre de todos los que se le pongan por delante. Esto es lo que ellos llaman “democracia”.

El gobierno de Mariano Rajoy tiene una papa caliente en sus manos. Donde hoy se asaltan impunemente supermercados, golpeando a sus empleadas y con disposición a la violencia extrema, mañana se hará lo mismo en hoteles, restaurantes, conventos y tiendas por departamento, para intentar lograr lo que no se pudo en 1936: una dictadura comunista.

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