Venezuela entra en la radicalización de la “revolución”

Rafael Román Martel

El diputado William Dávila, un demócrata, un patriota, hombre digno y sincero que se atrevió a decir verdades frente al verdugo “God Given Hair”, después de ser agredido por diputados oficialistas arrojándole un micrófono en el ojo en una sesión del Parlamento bolivariano, sede de la democracia madurista. Estos agresores chavistas, que mientras más violencia cometen más nos hacen recordar a los fascistas italianos de Mussolini y a la brutalidad Nacional Socialista de Adolfo Hitler, Joseph Goebbels y Hermann Wilhelm Göring en sus manifestaciones verbales contra todo lo que estaba fuera de su ideología. Vean aquí el rostro de un hombre mayor de edad asaltado por los Storm Troopers de Maduro, lleno de dignidad, marcado por la violencia de Nicolás Maduro y sus agentes fascistas cubanos, quienes apenas lo pudieron proteger ayer de un ‘espontáneo’ que le pudo haber dado un tiro en la cabeza, según la propias palabras del presidente ilegítimo. Los “diputados” comunistas que atacaron a este señor son los mismos que no se cansan de hablar de democracia y libertad en la Asamblea Nacional de Venezuela. Son una pandilla de abusadores, desgraciados criminales, agentes de la maldad.


El Libro Negro del Comunismo demuestra con datos y lujo de detalles que la idelogía comunista y sus verdugos asesinaron a más 100 millones de seres humanos en el siglo XX. Este documento narra como los comunistas incansablemente han luchado por el poder para centralizarlo sin reparar en cometer cualquier atrocidad para ejercer la voluntad del partido, que siempre a nombre del pueblo, es controlado con mano de hierro por un pequeño grupo que conforma la nueva casta de burgueses, dispuestos a cometer genocidio, pisoteando al pueblo y que se preparan cuidadosamente para justificar sus crímenes con una dialéctica refinada y vulpina.

Desde hace 14 años Venezuela es una nación que ha sido sistemáticamente “atendida” por miembros de la Internacional Socialista hasta que en un giro Orweliano los cerdos se han ido apoderando totalmente de la finca.

Uno de los problemas que enfrentan los puchistas venezolanos es una lucha interna sólo con la rabia que la libran los burgueses-marxistas que ahora se hacen llamar socialistas. Diosdado Cabello. popularmente conocido en Los Estados Unidos como “God Given Hair” no es un hombre confiable para Nick Maduro, que tiene que dormir con un ojo abierto y el otro en “God Given Hair”, sobre todo después que en su glorioso discurso de inauguración el 19 de abril del 2013 fue interrumpido por seguidores de Capriles. ¿Cómo se colaron en la pachanga comunista sin pasaporte de alguno de los líderes “democráticos” latinoamericanos quienes se piden la cabeza y que ahora, en secreto, resienten que Maduro Y el CNE se hayan robado las elecciones?. Maduro, la siniestra marioneta de la dinastía Castro, sintió en medio de lo que se suponía ser su momento más brillante, la respuesta de un pueblo que no lo quiere, que no lo acepta. La respuesta de una voz que representa la mayoría de los que han derrotado el comunismo en el universo.

Los comunistas han desbarato otro país. Escasez, opresión, violencia, injusticia y una larga lista de violaciones de los derechos humanos es el legado y la realidad chavista, que hará con el tiempo su metamorfosis a la pesadilla madurista . De ahora en adelante lo que queda es repartirse el botín de guerra y para eso los comunistas siempre tienen los colmillos listos. Los que duden repasen la historia.

Han estado violando los recursos naturales de uno de los países meas ricos del mundo hasta llevarlo a la ruina económica. Los chinos, iraníes, argentinos, cubanos et al esperan diariamente sus barriles de petróleo que no pagan o malamente pagan al mismo tiempo que la economía venezolana depende en el 97% del petróleo. De cada 100 dólares que entran al país 97 provienen de la venta del petróleo, los otros tres de todo lo que produce Venezuela, o sea nada. Irónicamente el único país que le paga el petróleo a Venezuela es Los Estados Unidos o sea, el imperio satánico que se pasa la vida atacando al pueblo venezolano sin piedad.

Nadie debe sorprenderse lo que está ocurriendo hoy en Venezuela. La ensangrentada frase del burgués Carl Marx: “El fin justifica los medios” se ha mantenido vigente en los bolcheviques hasta el día de hoy cuando los comunistas venezolanos la han llevado a su más bajo nivel: la mentira y la promoción del odio son sus medios. El poder es el fin. Un fin fatal para millones de venezolanos. Un fin muy productivo para la nomenclatura recién heredada por Nicolás Maduro. Un fin desastroso para millones de venezolanos que se verán asfixiados por la política criminal de Maduro y sus secuaces como lo han estado el pueblo cubano por 54 años.

El lenguaje de Nicolás Maduro forma parte de la extensa y criminal mentira comunista. Habla de amor con un odio que traspasa las pantallas de televisión, con una violencia delirante. Habla de libertad y democracia mientras que ha comenzado a reprimir a todo el que piensa diferente a él. Sus palabras y sus hechos amortajan una horrible corrupción. Su tío es Raúl Castro. Fidel es su abuelo. El mismo ha dicho que va a “radicalizar la revolución”. Quizá una buena parte de los venezolanos no entiendan el significado de sus palabras. Es importante señalar que mientras Capriles y la oposición habla de democracia, Maduro subraya la palabra “revolución.”

Durante su verborrea en su estropeada fiesta de inauguración, Maduro dijo que estaba dispuesto a “dialogar” con la oposición. Esto dicho del pico de un hombre que no tuvo el valor ni siquiera para debatir con su oponente-quien lo retó decenas de ocasiones-durante la corta e intensa campaña electoral que culminó en el fraude del 15 de abril. Cuando Maduro habla de diálogo quiere decir monólogo, así como cuando los comunistas hablan de democracia quieren decir “dictadura del proletariado”. Lo peor de este pichón de cernícalo no es que no tenga carisma, ni siquiera que se haya robado unas elecciones que se supone sean democráticas, ni siquiera que sea un ventrílocuo de Raúl Castro, sino que no tiene credibilidad ni autoridad moral entre su propio pueblo, al que continúa dividiendo de manera irreparable. Las órdenes de La Habana desembocarán en una tragedia nacional que nadie quiere pero que a los comunistas no les importa. La ruina total del país al cual los Castros y los kirchners de este mundo exprimirán hasta la última gota de petróleo puede también el medio para alcanzar el fin: el fin del progreso, del humanismo, de la democracia. El fin de todo menos de sus estilos de vida y la instalación de sus propias castas políticas, un nuevo estado latifundista internacional es la meta.

Catorce años de la más agresiva diatriba, respaldada por las “expropiaciones”, los centenares de presos políticos, los que decidieron morir después de largas huelgas de hambre para dar un ejemplo de resistencia como lo hizo Franklin Brito, quien inmoló hace menos de tres años después de que El Comandante Supremo le robó sus tierras y sus bienes y la dudosa ola de asesinatos en el país no han sido suficiente para una minoría del pueblo. La mayoría votó y ganó unas elecciones que le fueron arrebatadas el pasado 14 de abril.

Los cubanos que vivimos bajo el comunismo entendemos bien.

Radicalizar la revolución quiere decir reprimir, eliminar, destruir a todo venezolano que no esté de acuerdo con ésta y con sus jefes comunistas que la manejan desde La Habana. La prensa venezolana de oposición ha eufemizado, comprensiblemente, los atropellos que están sucediendo desde que Raúl Castro está a cargo de Venezuela y es que es difícil decir las cosas en claro cuando el miedo se va convirtiendo lenta pero seguramente en una paranoia general.

Ya Maduro está en el proceso de una purga estalinista. En sus primeros tres días desde el fraude que lo llevó al poder ha encarcelado a más de cien estudiantes, otros han sido golpeados en las calles, diputados opositores de la asamblea nacional son salvajemente atacados en el seno de la expresión democrática venezolana. Humillaciones, golpes, asesinatos y muchas más atrocidades es la respuesta al reclamo de fraude que legítimamente exige Henrique Capriles después de las recientes elecciones de abril 14, 2013.

Lo peor está por venir.

Policía de Maduro reprime brutalmente a los ciudadanos de Mérida después del fraude electoral de abril 14, 2013.


La policía ha comenzado a atacar a los manifestantes democráticos. Se ha desatado la bestia en Venezuela. Viejos comunistas como el burguesísimo José Vicente Rangel traman el plan para radicalizar la represión en el país. Rangel, el viejo comunista se viste con carísimos trajes europeos mientras que su esposa vende sus esculturas, a precios desorbitantes al régimen bolivariano, el cual las exibe en sus embajadas alrededor del universo El viejo Rangel es la más representative expresión de la burguesía comunista. Representa, como la mayoría de los líderes comunistas, una nueva clase de privilegiados a nombre precisamente de la lucha de clases. En la misma carretera de los privilegios están al Fiscal de la Nación, la Defensora del Pueblo y una larga lista de vividores del petróleo y el pueblo venezolano todo a nombre del socialismo y a nombre del Comandante Eterno y Supremo, cuya familia es hoy parte de la nueva jerarquía comunista.

En primer plano está el imperio cubano que chupa la sangre del petróleo de los venezolanos hasta secarlos. Nada importa la miseria ni las tribulaciones que pasen éstos si a los propios cubanos su dictadura los ha estado tratando como esclavos desce 1959.

Está claro que una vez que desapareció el Comandante Supremo y Eterno, su hijo es presa fácil de los viejos comunistas cubanos y sus compañeros venezolanos que no van a dejar de mamar de la teta venezolana bajo el aplauso y la adulación de los “líderes” latinoamericanos a quienes la complicidad con la dictadura venezolana les parece más conveniente que cualquier retazo de principios democráticos que alguna vez hayan llevado en sus cuentas bancarias. El odio por los Estados Unidos los une en un abrazo empapado en sangre inocente pero qué importa el pueblo si están obrando a favor de sus intereses, de sus burgueses caprichos. ¿Acaso Cristina Kirshner no se compró $120,000 proletarios en zapatos en Nueva York? ¿Acaso Rafael Correa comparte con los más pobres de su pueblo su escasa mesa, su implacable pobreza, sus carísimos trajes europeos, enmascarados en camisas bordadas a la carte? ¿Acaso Evo Morales es solidario con los indios que lo llevaron a su suntuosa forma de vida, a sus opíparas comidas, a su extensa lista de costosos y diversos disfraces? No. Estos líderes han dejado de ser pueblo, si es que alguna vez lo fueron. Maduro, por ejemplo alardea de ser un obrero conductor de autobuses al mismo tiempo que era cantante de música “revolucionaria” pop y, desde luego, líder sindical. De “líder sindical” saltó los rangos del partido hasta llegar a ser el máximo representante de la nueva trova con el título de Hijo de Chávez.

Si Chávez es Cristo entonces Maduro es el nieto de Dios.

Pero Nicolás Maduro no es un líder y está muy lejos del Cristo, al que él y su antecesor usan a nombre del Partido Comunista: pecado imperdonable, inspirado por el propio Satanás. Maduro es una marioneta fabricada en La Habana, un títere de la Internacional Socialista. Nadie lo respeta, ni siquiera sus compañeros latinoamericanos quienes sólo aspiran vivir del petróleo venezolano. Es el muñeco de La Habana, es el Conejo de Indias de la Internacional Socialista. Es la imagen más representativa del Tongo comunista.

La legitimidad y el carisma huyen de él. Es la farsa más evidente de la falsa democracia. Si llega a gobernar será por el cañón de la violencia.

Sólo lo reconocen como presidente los corruptos gobernantes que reciben sus beneficios petroleros. Se mantendrá en el poder a base de la fuerza, respaldada por Diosdado Cabello, a base de una brutalidad de corte fascista. Los “lideres” latinoamericanos que lo abrazan están envueltos en el petróleo que reciben a costa de la escasez y la miseria que plaga el pueblo venezolano.

Todos estos farsantes han seguido la tradición burguesa de los líderes comunistas. No son traidores porque jamás han tenido convicciones verdaderamente socialistas; se deben así mismos. Son gentuza sin escrúpulos, carroña, piltrafa humana. Son unos mentirosos y a nombre de la mentira engañan a los más ignorantes de sus pueblos, que cada día se multiplican y se esparcen por el mundo civilizado arrastrando sus miserias, demandando en otros países lo que estos líderes les niegan en los suyos.

Es como si Latinoamérica ha pasado del Realismo Mágico al Realismo Siniestro. Son personajes siniestros y Nicolás Maduro, el pistolero de Chávez, clama el liderazgo de los presidentes latinoamericanos que usan la democracia como escalera para sus propias ambiciones, para sus propios vicios.

Qué Dios ampare a Venezuela. Nada bueno está pasando.

Nicolás Maduro estrena presidencia de Venezuela al mismo tiempo que comienza el rodaje de su reality show “Living with Nick”. Si esto no hubiese sido un montaje, Maduro debe estar comprensiblemente molesto con la seguridad que, se supone, está atenta a cuidarlo en todo momento, especialmente con tantos mandatarios en la sala y en tan importante evento. Ojalá que no le hagan la vida un trapo a este joven que, en un estado de desesperación se jugó la vida no para hacerle daño al presidente, sino para llamar la atención a alguna situación que lo llevó a realizar este acto casi suicida. Ya la prensa venezolana anunció que será “procesado”. Sin embargo sería un gesto de humanidad que ni sus enemigos podrían criticarlo el que Maduro hablara con este hombre y escuchara sus razones y loable sería que lo librara de cualquier condena. Ya la paliza que le estarán dando es suficiente. En lo que sí Maduro no debe ni puede ceder es en el fallo de sus escoltas. Como él mismo expresó le hubieran pegado un tiro y eso nadie que se llame demócrata lo desea, ni siquiera porque su presidencia no es aceptada como legítima. De todas formas, este en un mal omen para el comienzo de su mandato cuando todavía hay que contar 12,000 cajas de votos que podrían hacer la diferencia en las pasadas elecciones del 14 de abril. El incidente parece haber exacerbado el veneno de Maduro lanzando una diatriba estalinista ante el placer de Cristina Kishner, Raul Castro, Evo Morales y los otros “dirigentes: adulones de Maduro.

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