¡A arreglar las maletas y a esconder las banderillas!

Rafael Román Martel

No debe extrañar a nadie la medida tomada por el presidente venezolano Hugo Chávez de nacionalizar a El Banco de Santander. Chávez ha sido muy claro en sus extensos discursos que su camino es el socialismo y su padre Fidel.

Después de la contundente derrota de Chávez en las urnas en el llamado Referendum, el camino de Chávez y sus opositores estaba aún más definido: ambos bandos radicalizarían sus agendas. El problema es que los opositores de Chávez no tienen las armas en Venezuela. Las armas la tiene Chávez. Y sigue comprando. ¿Armas para qué? Esa pregunta que una vez se hizo su papá, Fidel, ante el pueblo cubano, tiene hoy una contundente respuesta de cuatro palabras: para combatir al imperio. Contra el imperio siempre hay que combatir, porque el imperio no duerme. Desde que Chávez fue electo a decenas de miles de venezolanos les han dado por mudarse para el imperio. Seguramente estos hombres, mujeres, niños y ancianos, no están en Estados Unidos huyendo de la resaca del socialismo bolivariano. Están aquí porque están siendo preparados por la CIA y Satanás-disfrazado en estos días de un tal George W Bush-con el fin de invadir Venezuela a manera de cruzada y efectuar un holocausto en este país de las maravillas. Eso Chávez no lo va a tolerar.

Por eso hace unos días compró más armas a Rusia, un país marginalmente democrático y absolutamente capitalista.

Más armas, más escacez, mayor violencia verbal, la mitad o quizá más de la mitad de la oposición en el exilio y Caracas la ciudad más peligrosa del mundo. Suena como un país en paso firme hacia el socialismo o comunismo o delirio. Los ataques mediáticos no tardarán, dijo Chávez refiriéndose a la intervención de este banco español. En realidad Chávez juega en las ligas mayores, lo del banco es comerse un caramelo, robarle un chicklet al rey. Pero el hombre se nos ha vuelto un experto en manejar la prensa. La necesita. No puede vivir sin cien cámaras delante. Se ha vuelto una obsesión y esta intervención es parte de la perenne hora del Show de Chávez, el socialista televisivo.

Mientras tanto la oposición está siendo machacada sin piedad. No hay seguridad en Venezuela. Es un lugar extremadamente peligroso para estar activo en la oposición. Aún así muchos periodistas se arriesgan a las consabidas represalias y ejercen su profesión con considerable valor y convicción demócratica. Otros ya se quejan y ven como, día a día, en la guerra del desgaste Chávez gana terreno.

Sólo queda la esperanza de los pueblos: la juventud, que fue la que le ganó la partida del referendum el pasado diciembre. Con el paso del tiempo el presidente arma a su país hasta los dientes ante la lógica pregunta ¿para qué? El imperio, casi se me olvida el imperio. En caso de que el imperio no ataque, están los “agentes del imperio”, que vienen a ser los opositores democráticos. Siempre hay una excusa para comprar armas. Lo triste es que el futuro del pueblo de este hemano país es el que está en juego. Si miran un poquito hacia el sur verán en Cuba al papá de Chávez con sus cincuenta años de sacrificios y miseria impuestos al pueblo cubano.

No parece un horizonte esperanzador el de Venezuela. Para los españoles la suerte está echada. Desde el problemita con el rey en La Cumbre han sido hostigados y están huyendo de Venezuela por miles. Este es el momento de arreglar las maletas y esconder las banderillas. La cosa no está para fiestas. Como dice el viejo refrán “Donde se nacionalizan bancos se acaba como en Cuba”.


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