Political Reporter # 17

Los 537 votos certificados por la Secretaria de Estado de la Florida Katherine Harrison, dan cierre a estas extrañas elecciones presidenciales. Al final de tres y cuatro recuentos George W. Bush seguía manteniendo la ventaja a pesar de los desmesurados intentos de sus adversarios por continuar contando votos hasta que el contéo favoreciera al Al Gore.

Los primeros errores cometidos por la campaña de Gore se efectuaron días después de las elecciones, cuando alguien envió a Jesse Jackson a la Florida a agitar a los ciudadanos de West Palm Beach. El drama de la boleta, el circo de Jackson, la inflexible posición de Al Gore y el ejército de abogados-más de 500 por cada partido-, han dejado un sabor agrio en el sistema demócratico norteamericano. Si bien esta situación es única, también se demostró que, desafortunadamente, el partido demócrata a nivel nacional se fijó en la incómoda posición de malos perdedores. Algunos intentos de justificar el contéo y la “intrepretación de votos” son justificables. Entonces sacaron a sus portavoces. Algún que otro congresista estaba luchando por algo más que el derecho de los ciudadanos a votar y a que sus votos sean contados, luchaban por una silla ministerial que se les fué de las manos con la victoria de W. Bush.

Pero algo más preocupante tiene el mérito de ser examinado sobre estas elecciones: el país está dividido y no en tolerantes políticos de un lado ni del otro. El país está dividido y existe un aire de recor y desprecio de parte de ambos bandos. Los extremistas tienen tela por donde cortar por los próximos cuatro años. La cuna de la democracia mundial no se está meciendo al ritmo del ideal que fundaron los hombres que escribieron la constitución. Aquí hay una crísis que se va revelando según se suman los sucesos, que dan evidencia de que la divisón racial y de clases es abismal. Recordemos en 1994 como el juicio de O.J. Simpsom puso al relieve el odio entre blancos y negros. Estas elecciones le dan un tono político al mismo tema en diferente escenario, y en 6 años de despretigio y escándalo en la Casa Blanca, el nivel moral ha bajado significativamente. Está claro que esta nación se está dividiendo en dos bandos y no precisamente en blanco y negro, sino en ricos y pobres. Simplemente se está aplastando a la clase media, de la cual cada día se aleja más el “sueño américano” y al acual le chupan la sangre sin misericordia con mayores impuestos, más regulaciones, menos oportunidades. Por otra parte abundan políticos demócratas que, defendiendo a los pobres, a los cuales no les convienen sacar de la pobreza, se hacen milllonarios descaradamente, organizando maquinarias políticas para sustentar su poder. Los repúblicanos no se quedan atrás. La mayoría mantienen el income más alto de la nación, por lo menos lo hacen con su esfuerzo y no a costa de la política, pero se han olvidado de las clases trabajadoras para sostener a los grandes monopolios que engordan las ambiciones, tanto de demócratas como repúblicanos. Esto se puede mantener por mucho tiempo, pero es una cafetera a presión que no augura un desenlace feliz.

Tal parece que la ignorancia de las masas y la incalculable ambición de los poderosos, en combinación con las grandes empresas se están encargando de,poco a poco, astilla a astilla, ir destruyendo el más hermoso ideal político en la tierra: que sea la voluntad del pueblo la que elija a sus gobernantes. Esta batalla legal debilita la institución demócratica porque jsutifica el argumento silencioso de los más de 100 millones de norteamericanos que ni siquiera se molestan en votar. Pero siendo fieles a lo último que se pierde: la esperanza, esperamos que George W. Bush traiga la barita mágica que restablezca seriedad en el proceso democrático, y un poco de cordura y otro tanto de decencia a una Casa Blanca que por los últimos ocho años ha estado marcada por el escándalo y la inmoralidad.


Leave a comment