Las fincas de oro

Las fincas de oro

Por Rafael Román Martel

En unos de sus más interesantes documentales Frontline, de PBS, reveló las maniobras con las que se enriquecen cientos de hacendados en este país a costa, no de su trabajo, sino de nuestro dinero como pagadores de impuestos. El Departamento de Agricultura subsidia a miles de granjeros norteamericanos con el fin de ayudarlos en el desarrolo industrial del país. Este departamento también controla los populares cupones de alimentos que, a través del Departamento de Welfare, ayudan a millones de ciudadanos.

Los granjeros recibieron cerca de 100 billones de dólares en el transcurso de los últimos 9 años. Este sistema de sufragio ha ido eliminando a las fincas más pequeñas a la vez que sustenta a los más ricos para transformalos en imperios agrícolas. Esto ha causado que aún con esta monumental cantidad se hayan arruinado un average de 20,000 mil fincas al año. Porque el sistema premia con billones de dólares a las granjas más grandes, mientras que limita la ayuda financiera a las más pequenas, provocando una situación en la que los ricos devoran a los granjeros más pobres. Esto esta muy bien establecido y defendido por un ejército de “lobbyists” que ejercen una influencia vital sobre los políticos, contibuyendo a sus campañas y abarrotándolos de favores, siempre y cuando los legisladores continúen pasando leyes que beneficien a los mas voraces agricultores. “El espíritu de la granja de familia está vivo todavía” dice un agricultor. Por lo que indican las cifras sólo el espíritu está vivo.

Pero esa no era la intención de la ley, implementada en la década de los 30 con el fin de proteger a los pequeños agricultores de la banca rota en que casi se encontraban debido al efecto de la depresión y las fluctuaciones de la bolsa de valores. Tampoco se imaginó Abraham Lincoln en 1862, cuando fundó el Departamento de Agricultura con nueve empleados, que en poco mas de 100 años se convertiría en una de las mayores burocracias del gobierno con 45 agencias, 13,000 oficinas y 110,000 empleados. Y mucho menos que el 60% del presupuesto de la agencia fuera empleado en cupones de alimentos o que bajo la dirección de ésta se patrocinaran programas de almuerzos escolares, contaduría para el Endowment for the Arts o controlara el Servicio Nacional de Bosques. El costo de correr esta monstruosa burocracia: $50,000 cada treinta segundos.

Bajo el programa de subvensión de fincas se premia monetariamente por el tamaño de la granja. Esto ha creado una meticulosa maquinaria de corrupción practicamente impenetrable. Las grandes empresas de agricultura protegidas bajo el manto de la Ley de Privacidad declaran socios que se convierten en dinero federal, pues mientras más grande la operación agropecuaria, mayor el cheque. Asi, un granjero puede declarar una cantidad justificablemente inflada de socios y por cada uno recibir hasta $100,000. El documental revela como en Kansas un capitalista corrupto había declarado 15 socios en un mismo día y como los “socios” eran personas totalmente ajenas a la agricultura, gentes que malamente podrían reconocer una finca. Quince socios equivalen a $1,500,000 que, sin muchas averiguaciones, pagamos con nuestros impuestos los que trabajamos en este país. Esta cantidad obedece a un granjero que en un día realizó una operación de rutina. Como este señor existen cientos que no sólo han monopolizado la agricultura en sus áreas, estrángulando al pequeño dueño de finca, sino que protegidos por el gobierno federal y los legisladores regionales, reciben astronómicas cantidades de dinero.

Mike Espy, Ex-Secretario de Agricultura de Los Estados Unidos


El secretario de agricultura Mike Espy intentó ablandar los cimientos de esta máquina burocratica pasando una ley que reduciría minúsculamente el presupuesto (menos de 1% en cinco años). Sus esfuerzos por encauzar el fallido plan de Clinton de “reinventar el gobierno” y los beneficios a los que cedió, persuadido por su posición, le costaron el puesto. Después de pasar la ley que limitaría los abusos del USDA, Espy comenzó a encontrar piedras en su camino: acusaciones y una lluvia publicitaria que resaltaba los regalos que había recibido y los beneficios que disfrutaba bajo el privilegio de ser Secretario de Agricultura. El verdadero delito de Espy fue proyectarse como una fuerza de cambio.

En los ultimos 10 años los intereses de la agricultura norteamericana han contribuido con $65 millones de dólares a las campañas de los congresistas. Es løogico que los legisladores que representan las áreas rurales defiendan a los agricultores y al USDA. Los representantes de áreas urbanas se ven forzados a defender el mantenimiento burocrático del USDA con el mismo denuedo. Cuando se presenta una ley que beneficia aún más a los grandes agricultores los congresistas de áreas rurales le recuerdan a los demás que el 60% del presupuesto del USDA va para los cupones de alimentos. Si los últimos no los apoyan entonces los primeros responden negativamente cuando se intente pasar una ley a favor de incrementar los cupones de alimentos, parte de cuya popularidad depende una significativa parte de los votos que los congresistas de zonas urbanas obtienen. Además siempre existe la posibilidad de que se desate una campaña publicitaria que definiría a los congresistas que representan a los pobres como indiferentes, insensibles a los intereses de los más necesitados, etc.

Mientras tanto el déficit del país crece y crece arrasando con toda consideración que se le preste al futuro de los que heredarán esta deuda y, vieendose sin salida, tendrán que enfrentarse con ésta tomando medidas sin precedentes.

Publicado en Estado Jardin News, N.J. 23 de noviembre de 1994. En el mismo número Yoladio Cabaleiro, Editor del periódico, redactó una nota acerca de STET.


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