Tragedia en Colorado

por Rafael Román Martel

Trece estudiantes resultaron muertos después que un grupo de descompensados que asistían a la misma escuela,Columbine High School en Littletown, Colorado. entraron a ésta disparando a quema ropa y tirando bombas de producción casera, para segundos más tarde arrebatarse la vida. La mayoría de las personas a través del mundo conocen los detalles de esta tragedia. Los sicólogos tratan de encontrar la causa. Los expertos preveen una invasión de artefáctos de seguridad que harán millonarios a unas cuantas compañias. Entre comerciales, la televisión ha vendido bien la noticia, o sea, la tragedia, como negocio o el negocio de la tragedia. Y es que dentro del dolor humano, entre la realidad y la supra realidad y las especulaciones de los canales televisivos, se abre un espacio para vender la noticia, para acentuar lo grotesco, que algún día, se extinguirá por su propio abuso.

la noticia

La tragedia en Colorado nos trae a la reflexión. ¿Cúanto es noticia y cúanto imposición de los detalles que la gente quiere oir? Hoy el impacto de la tragedia. Mañana los tapes de la tragedia. Después los sicólogos y los expertos y que si su niño está en peligro. Y que si las escuelas tienen que comprar aparaticos detectores de asesinos. Y que si 500 millones para la seguridad de los niños y otros 30 millones para que los sicólogos resuelvan el problema. ¡Qué billetazo! La realidad es que no debe existir un sistema de promoción para los asesinos y los jóvenes extraviados que les falta un par de tuercas. ¿Quién crea todo este alboroto? ¿Quién arma el escándalo de lo que debiera ser un verdadero luto? Las estaciones de televisión y las grandes corporaciones que pagan los espacios televisivos. No es la noticia, es el dinero. Como ejemplo podemos recordar la trágica muerte de la princesa Diana de Gales. Se armó la de San Quintín. Usted no podía encender la televisión porque ahí estaba la princesa. La misma semana murió la Madre Teresa. La sacaron unos minutos y de nuevo, al ataque con Diana. Todo el mundo estaba interesado en Diana. Todo el mundo lloraba por Diana. A La Madre Teresa, quien había vivido una vida entregada a Dios, sólo le pretenecían unos cortos minutos de noticias, porque el mundo no estaba interesado en la muerte de una mujer santa. El mundo estaba interesado en la muerte de una mujer princesa. Los canales de televisión hicieron el año. Ningún famoso le cantó una canción a la Madre Teresa. No asistieron a su funeral los artistas del momento. Diana era la sensación y por eso vimos 300 horas de Diana y 50 minutos de la madre Teresa. ¿Quién había realizado más obras de caridad por sus semejantes? ¿Quién tenía más méritos ante los ojos de Dios? Preguntas de explícita respuesta. Pero la TELEVISION tiene otras prioridades. Y esas prioridades son las que usted ve. La noticia no es precisamente lo que sucede, sino lo que vende.

Desde luego que esto no le quita importancia a la tragedia. Pero entre tantas tragedias que suceden a diario alrededor del mundo es ésta la TRAGEDIA que usted ve constantemente en la televisión. ¿Es acaso esto imparcial, es acaso esto neutral, como la mayoría de los periodistas se autodenominan? No. Esta es la decisión de los magnates de la prensa. Los que, detrás de las cámaras hacen las decisiones. Y la tragedia de Colorado, con todo su peso humano, vende, y vende bien. Usted es el comprador.

factores internos

Detrás de la cortina de sicólogos, detrás del carnaval de “expertos” están las causas. Las causas son raíces y las raíces comienzan en el hogar.

Si su hijo se empeña en hablar en alemán y celebra el cumpleaños de Hitler y tiene un “web site ” con mensajes violentos. Y encima de eso guarda un arsenal en su casa. ¿Cómo puede usted decir que el muchacho es completamente normal? ¿Es que acaso la agitada vida diaria en un suburbio del remoto estado de Colorado no le permitió a usted detectar algo raro en su hijo y sus amigos? ¿No le pudo explicar usted que hablar en alemán y tener un arsenal de armas y celebrar el cumpleaños de Adolfo Hitler es algo que no se ajusta a lo que conocemos por “normal” y “saludable” en una democracia que no se cansa de hablar de la tolerancia que ofrece? ¿Acaso nadie se percató de las irregulares tendencias de sus hijos?

Entonces, después que acribillan a balazos a un grupo de víctimas inocentes ¿Viene usted a descubrir que ocurrió una tragedia? No. Los padres no tiene la culpa, pero tampoco son totalmenmte ingenuos a la tendencia de sus hijos. ¿Cómo los sicólogos pueden arreglar lo que usted como padre no ha tratado ni siquiera de atender? Vamos señores, el cuento de que yo no sé, el cuento de que yo jamás hubiese imaginado tal cosa, es para los ingenuos. Usted tiene la responsabilidad, como padre, de saber las tendencias de sus hijos. Eso es parte de la responsabilidad individual de cada ser humano que conviene en traer un hijo a este mundo. Lo demás es dinero, entiéndase: Noticia. El dolor humano de esos padres merece nuestra manifestación de luto y de solidaridad. Pero no podemos voltear el rostro cuando es evidente que estos muchachos manifestaban su beligerancia abiertamente. Una atención adecuada a estas inquietudes que, al final, se volcaron en violencia, quizá hubiese prevenido lo que sucedió en Colorado.

factores externos

Se comienzan a descubrir otros factores. La influencia de la televisión, de las violentas películas de Hollywood, la exaltación de la cultura del plomo, se arraigaron en estos jóvenes. Estos factores, combinados con una efervecencia por el partido Nazi, Adolfo Hitler y las bromas de sus compañeros de escuela propiciaron la violenta respuesta. Y es que en nuestra cultura el uso de la violencia vende y se ha pasado de la acción televisiva a la práctica común. Hasta que no se dé un giro hacia lo gentil. Hasta que no subrraye lo bueno del ser humano, no lo macabro y grotesco. Hasta que no se pare de vender la imagen dura como paradigma, estas tendencias tendrán un espacio para pasar de la imaginación a la ejecución y más vidas inocentes caerán bajo la desenfrenada furia de los medios de comunicación, los productores de juegos de video y los promotores del materialismo desenfrenado. Hasta que una generación no vuelque su futuro y sus ambiciones hacia la conquista de la mansedumbre, hacia la cultura de la bondad, el triste episodio ocurrido en Colorado el pasado mes de abril estará vigente en las fantasías de seres humanos que vacíos, sedientos de algo que llene sus vidas, desenbocarán sus influencias y sus odios a costa de vidas inocentes.


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