Political Reporter #14

El pasado 28 de junio el mundo observó como, con la asistencia del gobierno norteamericano y el apoyo de este pueblo, Elián González regresó con su padre al régimen comunista de Cuba. Para los que hemos vivido bajo el yugo del esta ideología, era algo asi como contemplar como-en tiempos de la guerra fría-devolvían a un ser humano al lado Este del Berlin de la Cortina de Hierro. Elián, a su escasa edad no sonreía. Los abrazos de su padre con los camaradas del Partido Comunista Cubano revelaban que no se trataba de una reunificación familiar, sino de una victoria política. Tal es asi, que la campaña por levantar el embargo ha comenzado, iniciada por miembros de partido repúblicano y se usa en los medios de comunicación, como CNN, el nombre de Elián como un niño que rompe las barreras políticas para abrir paso a una nueva era en las relaciones cubano-américanas.

Todo este esfuerzo de la izquierda, lidereada por Bill Clinton, para normalizar relaciones con Castro está siendo sólidamente apoyado por la realidad de que los cubanos que residen en los Estados Unidos están inyectando a la economía castrista con más de 750 millones de dólares al año. Una cantidad mayor a la que deja la industria turística. Esta realidad la toma el gobierno de Clinton como indicio de que este es el momento de normalizar relaciones con Castro.

Detrás de todo esto se maquina la “transición pacífica” de poderes, una vez que desaparezca Castro de la escena. Los Estados Unidos irán neutralizando sentimientos nacionalistas hasta transformalos en sentimientos conformistas. Una vez realizado esto, la dependencia económica y sicológica podrían abrir paso a un anexionismo disfrazado por la corriente política que mejor acomode los intereses de Los Estados Unidos: tener a Cuba como a un Resort, donde desarrollar el comercio y la influencia de la cultura dominante.

Pero el dolor del pueblo cubano está latente, aunque ya la palabra Libertad haya cobrado un sentido débil para algunos cubanos. Según pasan los años el fervor patriótico es substituído por las necesidades personales. ¿A dónde quedó el sacrificio de los que fueron fusilados por sus ideas? ¿A dónde fue a parar el heroismo de los presos políticos cubanos? Estas y otras interrogantes quedarán en los anales de la historia o como inspiración para nuevas generaciones con alma nacionalista.

De lo que si podemos cerciorarnos es que estamos solos en nuestra tragedia, y como en 1902, a merced de intereses foráneos. La saga de Elián González lo acaba de demostrar. Después de 41 años de dictadura castrista, no sólo la libertad, pero la solaridad de otros pueblos hermanos, está lejos de los cubanos.


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