La saga de los Kurdos

Por Rafael Román Martel
(Especial para La Voz)


I

El domingo 15 de Febrero el Secretario de Estado, William Cohen, en televisión nacional (ABC), preparaba al pueblo norteamericano para el ataque dirigido por este país a Iraq. Cohen, un respetable ultra-liberal disfrazado de oveja, fabricaba coherentemente la agresión contra el sicópata Sadam Hussein ante las convenientes preguntas de los sacerdotes periodísticos de la ABC. Todo iba de perillas hasta que Cohen sacó una foto de un bebé y una madre iraquí muertos por las armas biológicas de Sadam. Entonces, Cohen, con toda la humanidad que un político de carrera puede exhibir, exlamó: “Esto es lo que hace Sadam Hussein con las mujeres y los niños”. Uno de los pitonisos que formaban el panel de estrellas preguntó: ¿Y ese niño y esa mujer? -Son kurdos asesinados por Hussein, esto es intolerable-Contestó Cohen. Hasta ahí es válido el argumento. Justificar el ataque a Iraq con una foto de una madre con su hijo kurdo asesinados por el partido Baath por parte de un oficial del gobierno de Estados Unidos es realmente un acto de cinismo. Veamos.

Kurdistán

Kurdistán es una extensa región montañosa al norte de Iraq, imponentes praderas dividen las montañas. Ríos que caen de pulidos cantilopes crean un paisaje impresionante. A sus habitantes se les llama kurdos desde el siglo VII D.C. El origen de los kurdos no se puede precisar, pero resultados de estudios realizados a mediados de este siglo aseguran que la ascendencia de los habitantes de esta región data del siglo XVI A.C. cuando arribaron a esta región tribus de procedencia indo-ario. El mas famoso de los kurdos es el legendario Saladin, rival de Ricardo I, “Corazón de León”, en el tiempo de las dos últimas cruzadas.

Ideas independentistas en Kurdistán nacen en el siglo XVIII. Uno de los padres de la conciencia regional fue el poeta Ahmad-e Khani, cuyos versos reflejan profundo sentido de identidad nacional y sed de emancipación. El primer periódico de la región, Kurdistán, se publicó en 1897. Después de la 1ra. Guerra Mundial los aliados firmaron, en agosto de 1920, el Tratado de Sérves, en el cual se estipulaba la autonomía de las nacionalidades pertenecientes al imperio otomano que no fueran turkas, Kurdistán era una de éstas. En 1925 la Liga de Naciones declaró que los habitantes de Kurdistán tenían derecho a conformar su país. Iraq resistió esta iniciativa internacional. No obstante, después de la década de los treinta los kurdos gozaban, sino de independencia, de poder publicar en su dialécto, y mas tarde programas de televisión en kurdo se transmitieron, no sólo en Iraq, sino también en Irán, Turkía y hasta Egipto. No fue hasta los años sesenta y la llegada al poder del partido Baath (Baá), con Sadam Hussein en el ominoso puesto de Ministro del Interior, que la pesadilla comenzó para los kurdos. Viéndose acosados por los iraquíes tomaron el camino de las armas, luchando abrigados por la zona montañosa que proclaman “territorio libre”.

Las guerrillas kurdas han sido controladas por el partido Baath (Baá) por medio de extrema violencia y por maniobras políticas de Sadam Hussein cuyo objetivo ha sido dividirlos y enfrentarlos con el fin de eliminar toda resistencia a su régimen. Pero los kurdos no han podido ser enteramente diezmados.

En 1980 Iraq se lanzó a la guerra contra Irán con el apoyo de Occidente, especialmente de Estados Unidos. Ocho años mas tarde un millón de vidas y ninguna gloria resultaron ser el saldo de la matanza. Hussein, a su típica manera, utilizó armas químicas-una de las mas comunes y letales el nerve gas (gas de nervio)-causando la muerte a miles de soldados iraníes en el transcurso de la confrontación. Pero Sadam también usó gases venenosos en las aldeas kurdas. En plena guerra el dictador arremetió contra éstas despojándole la vida a miles de hombres, mujeres y niños en Koshtapa en 1983. Por ocho años las mujeres sobrevivientes de Koshtapa fueron violadas por los hombres de Sadam, todo tipo de humillación y torturas se sufrió en después de la matanza. En 1987 arrasó con la aldea de Sheik Wassam en el valle de Valisan, de nuevo miles de mujeres y niños perdieron la vida. La devastación de esta aldea fue grabada en abril 19 por soldados kurdos del ejército iraquí, posteriormente capturadas por las guerrilas y enviadas al exterior, fueron mostradas a través del mundo por televisión. Después del cese del fuego y la proclamación de victoria de Sadam sobre los iraníes, el ejército se utilizó para resolver problemas internos. En primer lugar estaban los kurdos y hacia el sur los musulmanes shiítas. En 1988 Hussein comenzó una campaña de genocidio en el norte del país, asesinando a más de 100,000 kurdos y destruyendo totalmente a más de 5,000 aldeas. Los pocos sobrevivientes de estos ataques que cayeron en manos de las fuerzas leales a Sadam fueron sistématicamente eliminados entre las edades de 15 a 70 años. Todo esto se hacía bajo el aprobatorio silencio de los Estados Unidos y la comunidad mundial, aunque los noticieros alrededor del mundo mostraron la masacre de Halabja, donde 5,000 seres humanos fueron axfixiados por los gases venenosos de la fuerza aérea iraquí. No sería hasta finales de 1990 que los políticos norteamericanos-como el señor Cohen-comenzaron a mostrar fotografías de las madres y sus hijos asesinados por Sadam para justificar la invasión de los aliados como respuesta a la ocupación de Kuwait.

Anfal

Ali Hassan Majid es el ministro de defensa de Iraq. Primo de Sadam Hussein, las mismas sádicas inclinaciones corren por sus venas. A este asesino en masa se le confió la comandancia de la operación Anfal en marzo de 1987. Anfal significa “botín de la batalla” en el Corán. Para Majid los kurdos eran menos que esto; serían tratados con menor consideración. Esta nueva campaña de Hussein tenía como fin destruir la vida rural de los kurdos. Fueron marcados a través del país como Kuffar ó no creyentes. La palabra Kuffar es sinónimo de genocidio para esta raza.

Se inició una masacre sin precedentes. La fuerza aérea gaseaba aldea trás aldea. Los que sobrevivían buscaban atención médica en los hospitales donde los mas afortunados fueron remediados con un tiro en la cabeza, la mayoría de los sobrevivientes fueron enterrados vivos.

Evidencias de las masacres de la operación Anfal fueron grabadas en video secretamente el 16 de mayo de 1988, posteriormente el mundo fue testigo de la crueldad del régimen sadanista. En 1991, tras el alzamiento de los kurdos se capturó una grabación donde Majid le decía a sus comandantes refiriéndose a sus víctimas: “Los mataré con armas químicas. ¿Quién va a decir algo? ¡La comunidad mundial! ¡Al demonio con ellos y todos los que los escuchan!” Para entonces desde Erbil, capital del territorio liberado de Kurdistán, se habían enviado para los Estados Unidos 17 toneladas de documentos que evidenciaban en detalles el genocidio. No obstante, por parte de la comunidad mundial, con escasas excepciones, sólo se dejó sentir el silencio. La prensa no le dio la importancia requerida a la situación.

Ali Hassan-al Majid, asesino en masa, torturador y primo de Saddam Hussein, se defiende en su juicio donde finalmente es condenado a muerte en junio del 2007. Murió colgado de una soga, se le atribuyen 180,000 víctimas.


El “error” de Norman Schwartzkopf

Los iraquíes castigaron a los ciudadanos de Kuwait sin armas químicas, pero con el mismo barbarismo que practicaron contra los kurdos y todos los enemigos del partido Baath. El 2 de agosto de 1991, invadiendo a Kuwait, bajo la aparente indiferencia de los Estados Unidos, Sadam había calculado mal: jamás pensó que una fuerza de 30 países, lidereada por el imperio le cayera a tiros a su numeroso ejército equipado con las armas convencionales mas modernas que la Unión Soviética podía ofrecer. Tampoco supo leer que quizá lo que los norteamericanos querían era que cometiera un error escandalizante para volcar su poderío contra él: jurado némesis de Israel. En efecto, con la Guerra del Golfo se mataron varios pájaros de un tiro. Se anuló la fuerza y el liderazgo de Iraq en la región, quitándole hábilmente a Israel lo que podía ser un serio dolor de cabeza: Hussein estaba en camino a fabricar armas nucleares (siete años mas tarde está en una disposición similar). Se estrenaron las armas más técnologicas, comprobándose su eficacia. Al mismo tiempo se ejercía el poder de forma avasallante para que los rusos-y el resto del mundo- acabaran de convencerse de que, en caso de no haber caído el comunismo, de todas formas era una fantasía enfrentar la formidable máquina de guerra estadounidense. También se reforzaban las relaciones entre los países árabes y occidente, estableciendo la presencia y la influencia-principalmente-de los Estados Unidos en la región. Y no puede faltar el control del petróleo, razón mas que suficiente para que el imperio saque las uñas. Con Kuwait en su poder Hussein controlaba más del 10% del petroleo global. Con una amenazante fuerza de 300 mil tropas en las cercanías de Arabia Saudita, Hussein amenazaba con invadir a este país y controlar el 40% del petroleo del universo. El imperio se decidió a exhibir su poder. Todos vimos la humillante paliza por televisión. Esto tiene que haber sido una desagradable sorpresa para Sadam, ya no tanto la derrota militar, sino ver a su banda de asesinos arrodillados ante los soldados norteamericanos pidiendo misericordia y coreando el nombre de George Bush.

El 26 de febrero de 1991 la capital de Kuwait sería recapturada por tropas aliadas. Los muchachos de Sadam habían hecho de las suyas. En los escasos cinco meses de ocupación diversos tipos de torturas, asesinatos, violaciones y todo un catálogo de abusos dejaban atrás las tropas iraquíes en su mal lograda fuga de Kuwait. Cinco días después, el 3 de marzo, los generales iraquíes firmaban la rendición en Safwan. Los iraquíes preguntaron a Norman Schwartzkopf, Comandante en Jefe de la operación “Desert Storm” (Tormenta del desierto), si se les permitiría volar helicópteros armados dentro de Iraq. Norman contestó afirmativamente. Los términos de la rendición tampoco especificaban el desarme de las 20 divisiones regulares y las 4 divisiones de Guardias Repúblicanas que quedaban intáctas después de la guerra. Tropas que fueron deliberadamente dejadas escapar por la apresurada insistencia de Collin Powel por darle fin a la guerra. Norman Schwartzkopf asintió a todo. Trés semanas después, cuando Sadam sofocó los alzamientos de los shiítas y los kurdos con típica brutalidad, las autoridades norteamericanas admitieron que habían cometido un error. ¿Un error? ¿Es esto creíble? ¿No previó la inteligencia militar del imperio, la mas sofisticada del universo, las intenciones de Hussein? ¿Acaso no sabían lo que estaba ocurriendo por décadas en el norte y sur del país? Una de las explicaciones extra oficiales es que el Departamento de Estado pensó que dejando a los generales iraquíes parte del aparato militar, éstos derrocarían a Sadam. ¿Con qué garantías contaban para que esta especulación se cumpliese? Existen posibilidades mas razonables. Los Estados Unidos ya tenían totalmente controlado a Hussein, la prueba es que cada vez que el dictador saca la mano lo amagan, con la perpetua posiblidad de caerle a bombazos. Esta situación es mas cómoda, más estable que el surgimiento de una nación nueva controlada por los extremistas shiítas o los impredecibles kurdos. Una serie de situaciones se pueden producir y algunas de éstas podrían estar fuera del control de los norteamericanos. Gravita por los ámbitos diplomáticos otra docena de teorías. Una de las menos fastásticas intenta explicar que fue Sadam el que creo el rumor entre opositores exiliados en Jordania de que los helicópteros serían usados para acabar con su régimen.

Se dejó a Sadam en el poder y se le permitió mantener armas con el objetivo de que fuera él el responsable de suprimir cualquier irregularidad en el país. El Comandante en Jefe de “Desert Storm” había cometido un grave “error”. Las concesiones que hizo le costaron la vida a cientos de miles de kurdos y shiítas en las siguientes semanas.

La saga de los Kurdos

Por Rafael Román Martel

II

Holocausto

El 8 de marzo de 1991, alentados por el presidente George Bush los kurdos se alzaron en armas contra el régimen de Sadam Hussein, tomando varias ciudades al norte de Iraq. Trás Bush enviar un mensaje radial al pueblo de Iraq, en el cual se comprometía a auxiliar la insurrección contra Sadam, los kurdos tomaron la ciudades de Suleimaniya, Arbil, Dohuk y Kirkuk. Días mas tarde líderes de la resistencia regresaban del exilio incorporándose al levantamiento y comenzándole a dar estructura política. Se unen a los kurdos tropas iraquíes y generales de Sadam se ponen en contacto con los rebeldes para, en el momento preciso, integrarse y consolidar la revuelta. Todos esperan la ayuda, pero la ayuda no llega. No hay ni siquiera señales de apoyo de parte de los norteamericanos. La mayoría de los analistas políticos y militares coinciden en que un ligero empujón de parte de los Estados Unidos hubiera dado al traste con el régimen de Sadam. También en Basra se amotinan soldados de Sadam. La rebelión se extiende por Samawa y Nazarea. En el sur los shiítas luchan valientemente. Esto ocurre con cientos de miles de tropas aliadas en suelo iraquí. Los pilotos de la coalisión de Naciones Unidas observan los acontecimientos sin poder tomar medidas. La noche del 28 de marzo las tropas de Hussein contratacan. Los kurdos se defienden heróicamente pero no tienen suficientes recursos ni armas. El 3 de abril la respuesta de Bush es: “No quiero empujar a las fuerzas americanas más allá de lo que le hemos mandado”. Mientras Bush habla, en Kurdistán la masacre está en progreso.

Comienza un exodo de las ciudades de Kurdistán hacia las montañas. Los pilotos norteamericanos ven como los helicópteros de Hussein disparan sobre muchedumbres que huyen de la guerra. Miles de mujeres y niños caen bajo el fuego. Los iraquíes queman aldeas, ahorcan a los jóvenes kurdos de los cañones de los tanques, torturan y asesinan a los hombres delante de sus familias, después le pegan a las esposas y a los hijos de los asesinados exigiéndoles dinero para pagar las balas, violan a mujeres y niñas. Con los kurdos que se quedaron en las ciudades se ejerció una inhumanidad atroz. Los heridos eran arrojados de las ventanas de los hospitales y posteriormente enterrados con bulldozers, vivos y muertos. Se quemaban vivos a los jóvenes o se les amarraba y se les rebentaba pasándole por encima con los tanques.

Casi un millón doscientos cincuenta mil refugiados logran alcanzar las montañas que bordean las fronteras de Irán y Turkía. Los que no pueden escapar esperan poca piedad del ejército iraquí. En la huída miles de kurdos son destrozados por las poderosas armas de las Guardias Repúblicanas. El 6 de abril, en Houston, Texas, el presidente Bush celebra la victoria de la Guerra del Golfo mientras más de dos mil refugiados kurdos mueren al día en las montañas. Lo que estaba ocurriendo al norte de Iraq opaca la fiesta, no podía el “líder del mundo libre” ocultar cierta desatisfacción al contestar las preguntas de los periodistas sobre el asunto. Las imágenes de más de un millón de kurdos huyendo aterrorizados de los hombres de Sadam se transmiten a través del universo. Bush envía a su Secretario de Estado, James Baker, a evaluar la situación. Baker, previendo un potencial escándalo político toma acción y denomina la zona norte del Iraq “zona de refugio”. Los kurdos son alimentados por las tropas de la coalisión, pero hasta hoy viven en desbandada, en medio de las montañas, en paupérrimas condiciones. En la región norte Sadam exterminó al 7% de la población. Trés años después Collin Powel declaró: “Nunca fue nuestro objetivo involucrarnos en ese asunto”. Quedaba claro que los Estados Unidos activan la palabra “justicia” hasta donde se cumplen los objetivos políticos o económicos que persiguen.

los árabes del pántano

Desde el amanecer de la civilización los árabes del pántano, como son llamados por vivir de los lagos y pántanos alimentados por el Eúfrates y otros ríos adyacentes, han vivido pacíficamente en el sur de Iraq. Casi en su totalidad estos habitantes de los pántanos son musulmanes shiítas que por más de cinco mil años se han dedicado a la pesca, la agricultura y a la cría del búfalo. Sus valores, aunque viven del agua, son los valores del desierto. La furia de Sadam se ha desatado sobre estos árabes con especial íncono. Contestando al llamado de George Bush, exortando al pueblo iraquí a la conquista de la libertad, miles de shiítas en la región sur de Iraq, que habían sido oprimidos por Sadam, se lanzaron a la guerra. En Karbala, Basra, Najaf, Samawa y Nazarea los shiítas se liberaron temporalmente de la tiranía. Gracias al “error” de Norman Schwartzkopf y a la promesa rota de Bush, los musulmanes del sur también pagaron un alto precio. Sadam neutralizó el alzamiento con relativa facilidad y de una forma particularmente mezquina.

Sobre la antigüa ciudad de Najaf Sadam lanzó 55 misiles SCOTT, acribillando a miles de civiles indefensos. Las milicias rebeldes resistieron con valor, pero no mucho podían hacer contra las Guardias Repúblicanas que comenzaron a entrar a la ciudad. Los ancianos, mujeres y niños se refugiaron en las mezquitas. Antes de la Guerra del Golfo las ciudades de Karbala y Najaf habían sido sobre-pobladas por miles de árabes que sabían que los aliados respetarían la antiguedad y el simbolismo religioso de sus templos. Con los aliados no se equivocaron, con Sadam sí. Los tanques iraquíes mostraban carteles que decían: “Después de hoy no más shiítas”. Los que buscaron refugio en los santuarios religiosos fueron ametrallados. Dramáticas imágenes en video se mostraron en occidente de éstas escenas. Después de las masacres miles de hombres fueron arrestados y desaparecidos. Los que escaparon las ejecuciones revelan horrorosas torturas. La insurrección de los shiítas, aunque menos estructurada que la de los kurdos, es sofocada con el mismo barbarismo. Cientos de miles aparecen hoy en los archivos de la resistencia como “desaparecidos”. Las ciudades son DESTRUIDAS

3er Anfal

Los árabes de los pántanos, en su mayor parte, no han participado en la guerra, no obstante, sufrirán la furia de Sadam a través de su primo Majid, el especialista en operaciones “especiales”. Por ser musulmanes shiítas y vivir en la región sur, Sadam decide exterminarlos. Comienza entonces la operación Anfal III, que consiste en secar los pántanos y aniquilar a los habitantes de las aldeas del sur de hambre y de sed. Después de aplacar las rebeliones armadas comienza, en 1992, el genocidio. El ejército iraquí construye gigantescas presas que suprimen el agua en la región. El Eúfrates mismo es bloqueado al sur de Nazarea. Se envenenan las aguas de los pántanos, millones de peces, ganado y todo tipo de fauna muere. Sadam, como hizo en Kuwait, causa otro desatre ecológico. Se levanta una ley que subrraya la ejecución de cualquier persona que pretenda hacer llegar agua o alimentos a los árabes de la región sitiada. Cuando las Naciones Unidas finalmente cuestionan la situación, la respuesta del régimen iraquí es que se está realizando “un plan de agricultura.”

Se logran filtrar cámaras de video y se muestra en occidente el sufrimiento de estos seres humanos que ruegan al mundo por agua y comida. Enseñan carteles ante las cámaras que dicen: ” QUEREMOS VIVIR”. Sin embargo, con muy pocas excepciones, occidente vira el rostro. Uno de los pocos periodistas que lanza toda una campaña por salvarlos es el inglés Michael Wood. En sus investigaciones, Wood logra declaraciones al respecto de que un interés comercial juega un papel primordial en el holocuasto de los árabes de los pántanos: las compañias petroleras francesas ELF y TOTAL estaban interesadas en el área de Majnoun, al borde de la frontera iraquí. Han firmado un tratado comercial con Sadam para, cuando se levanten las sanciones de la ONU o se exterminen a los árabes de los pántanos-no está claro que consideración queda en primer plano-comenzarán a sacar pétroleo. Hasta hoy los franceses persiguen estos intereses. Mientras tanto, en la aldea de Howaiza, como en decenas de otras, las tropas de Hussein descargan su artillería, incendían las casas, violan y torturan a sus habitantes. Los líderes de la comunidad mundial observan en silencio. Por aquellos tiempos no se vió al que hoy es Secretario de Defensa, William Cohen, sacar ninguna foto denunciando este homicidio en masa en ninguna estación de televisión.


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