Buscando a Fidel

Hace unos días vi a Oliver Stone conversando con Fidel en la cadena televisiva HBO. Fue como un deja vu de los últimos 30 años. El mismo muñeco con diferente disfráz. Fidel y el materialismo dialéctico. Fidel y el dedo. El compañero Oliver (Stone) parecía frustrado por la brillantez del comandante. La brillantez del comandante salvaría la situación una vez más. ¿Cómo se justifica el asesinato institualizado de tres personas enloquecidas por el delirio sociolista que son juzgados por el consejo de la fiscalía del estado y acribillados a balazos a ocho días de su detención? Se deja hablar a Fidel. Se lucha porque a Fidel le otorgen “primetime” en el canal 7 nacional. Cuando esto no se puede lograr, HBO compra la cinta y se expone al mundo. La brillantez del comandante salvaría la situación una vez más. Y una vez más. No tiene casi ningún poder. No es un caudillo. Rechaza esa palabra. Es un “jefe espiritual.” Es el Dalai Lama de las Antillas.

Es posible que el talentoso cineasta Oliver Stone tenga olfato suficiente para reconocer que estaba entrevistando a un hombre mucho más capacitado que él para acomodar la realidad y la magia a sus tendencias, por muy siniestras que estas sean. Esto no quiere decir que Oliver pueda ser comparado con el incomparable comandante, quien bajó de la sierra para sembrar su odio derramando la sangre de tres generaciones de cubanos. No obstante, Oliver busca la verdad yendo directamente a la fuente del aparato informativo y propagandístico del régimen cubano. Stone no quiere que nadie le haga cuentos, por eso practica la alquimia tropical y entrevista a Fidel, quien lo sienta en la rodilla y lo encanta por unas horas. Una mueca por aquí un gesto por allá. Asi corre la cinta. En un movimiento de cámara que sugiere el baile táctico de dos guerrilleros verbales o el desplazamiento de un moderno detector de mentiras: ¿quién finje más: el viejo guerrillero en proyectar sus “verdades” o Oliver en intentar representar una imagen catónica ante el cuento oficial?

Para que Oliver no tenga dudas del rigor y el balance de la justicia cubana, el comandante lo lleva ante ocho ex-secuestradores de aviones- quienes no pusieron la vida de nadie en peligro ni tenían antecedentes penales- ahora prisioneros confiesan su culpabilidad y se auto dictan 30 años de cárcel ante la benévola mirada de Fidel y Roberto Robaina Jr., popularmente conocido como Roque. Fidel confiesa que él no es un juez, y exhorta a los abogados defensores (?) de estas pobres víctimas a que hagan todo, TODO, lo que esté en sus manos para reducir las sentencias. La defensa exitosamente logró que cinco de ellos fueran condenados a cadena perpetua y a otros tres a 30 años de privación de libertad. Para romper con tan dramáticas imágenes, que podrían endurecer las ingenuas pupilas de millones de televidentes, aparece Fidel dando un romántico discurso bajo la lluvia. Fidel contra los elementos. El viejo y La Lluvia. Entonces Fidel con el corazón de un muchacho atleta visita un modernísimo hospital. El médico le dice “¡Vas a vivir 100 años Fidel!” Una multitud lo sigue. Las enfermeras y los trabajadores del hospital tiemblan de alegría. Toda Cuba en pie de guerra. El hombre viene a ser a una deidad marxista. Una supra especie que dicta su pacto con la vida y quizá más allá de la vida, porque su imagen- según sus palabras- puede que logre alcanzar magnitudes insondables después de su desaparición física. Oliver no lo puede creer. Tiene que incluir esta realidad en su cinta. El universo tiene que saber que Fidel estará con nosotros para siempre. La edición podría haber bien sido una experiencia religiosa.

En medio de todo, Stone, como es común en sus cintas, incluye flashes de hechos históricos para dar testimonio a las palabras del comandante. Se habla de la mafia cubana de Miami. Una mafia popularizada por Fidel y personificada por los grupos de cubanos que todavía mantienen una posición contraria a la suya. Si los cubanos de Miami son una gran mafia, son la mafia más ineficaz en la historia del crímen organizado. Su extraño objetivo, democratizar a Cuba, tomar las ciudades para poner juegos de bolita y organizar con proyección capitalista la prostitución, ya arriba a los 46 años de fracaso. Además, es una mafia con jefes demasiado visibles y flojos. Con la desaparición de Jorge Mas Canosa, líderes como Ileana Ross-Letinen y los hermanos Balart, dan una mala imagen al bajo mundo, son débiles representantes del ampa internacional. Son la antítesis definitiva del Cartel de la Habana.

La peligrosa mafia de Miami seguramente incluye a las agencias noticiosas Cubanet y Cuba Free Press, las cuales- según los comunistas- reciben millones de dólares de los Estados Unidos para combatir a la revolución. Una vez illuminado por el documental, llamé a la dirección de La Nueva Cuba para que me enviaran un par de milloncitos por los artículos publicados. Siempre he estado convencido de que esta publicación es independiente y soberana. Funciona con un olímpico esfuerzo de sus fundadores y directores, pero seguramente Fidel tiene documentos en los que aparecen millones de dólares que llegan directamente desde Washington para que esta publicación “conspire” para destruir a la isla y a sus habitantes. Stone expone en palabras del comandante como los periodistas independientes y activistas de derechos humanos son ahora “mercenarios” que merecen hasta 25 años de prisión. Así el cineasta nortemaericano forma parte de lo que un editorial de este periódico certeramente llama “la castroadicción.”

No podía el cineasta dejar de incluir en la cinta al líder del Proyecto Varela y a otros disidentes. Estos se presentan como la vocesita, la manito delgada y tenue que amaga la grandeza de la figura del hombre que ha alfabetizado a todo un país, poblándolo de médicos, ingenieros, todos en un enorme cuartel proletario, donde hasta la última gota de sangre se está dispuesta a derramar por la revolución. Ante este mitológico esfuerzo quién puede argumentar que si los cientos de miles del Mariel ni las balsas ni los presos políticos. ¿Qué presos políticos, señores, si en Cuba no existe ni un solo prisionero de conciencia? ¿Qué falta de libertad si todo el mundo se va de Cuba para tener un traje nuevo y un carro? ¿Qué disidencia si Fidel demuestra en sus paseos por la Habana que anda suelto como un pollo descabezado abrazando a un pueblo en posición de combate esperando la primera señal revolucionaria para resistir y vencer a los bárbaros F-117 ? ¿Cómo es posible que Oliver Stone ni ninguno de sus amigos multimillonarios atrincherados en el surrealismo hollywoodense puedan entender lo que está pasando Osvaldo Payá Sardiñas, y todo cubano que enfrenta la opresión castrista? Stone, sentando en la mano de Castro, tomando café de sus ojos, envuelto en una intensa conversación que lo hace sentir parte del proceso histórico, está lejos de encontrar a Castro.

El título original de esta cinta “Comandante” sufrió un drástico cambio. Ahora se titula “Buscando a Fidel.” En febrero de 2004 Stone declaró, “Fidel es un hombre muy moral, muy preocupado por su país.” Tal parece que en su dualidad moral Stone encuentra en Fidel un compañero de insomnio, un compañero de obsesiones. Sin embargo, el título sugiere que a pesar de su amistad y admiración por el dictador cubano, Stone lo sigue buscando para saciar en el tiempo compartido con Fidel su sed de beber el agua podrida de la falsedad y la distorción histórica. Lo seguirá buscando en su mundo de obsesiones y mentiras, en su tradicional papel cinematográfico de fiscal de los Estados Unidos.

Publicado en La Nueva Cuba el 24 de abril del 2004.


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