segunda presencia

segunda presencia

nos existimos
en el dorado racimo y el minutero
barausteados por las entrañas de otro siglo

sacudía su plomo el otoño
entre el furor de tu cuello el imperio
tu docilidad ante mis manos

hablamos solos
disparatadamente solos dominados
por la especie del amante
por el sudor afanado del fragmento:
cada huella en tu vestido
se abría la efectividad de tu azahar
enfureciendo el rojo en la carne de las sedas
y bebías con cultivado asombro
reclamabas
la agrupación y el despejo del vino
en cada pieza compartíamos el poema
queribunines deshojados
a través de los cristales y la lluvia
depegaban la palabra
y rodó el lazo y sus excesos
y pulimos el toldo del alba

(qué secretos de portales en la resitencia
nos despierta
cuando entre tantos azabaches y avenidas
nos niega la piel
su signo permanente)

en el purpuréo de los coches
cesareaban mis ojos
cual efímero pasar de tus telas
cual sibarita en la cenizas de nuestros días
dueña del viento rendido ante el tórax de mi voz

pasabas en hileras de gemidos
pasabas en el matíz de un beso
pasabas marcando una lágrima
por la conjuración de mi sangre
(te he conocido estoy seguro)

recogías mi aliento de puerto en puerto
la bonanza en tus rodillas
aboradaba la horma del tacto

más allá erigías colonias a mi noche
sin adargar un sólo temblor
una sola actitud
en el extremo de las fuerzas
pero eras un gesto de lumbre
dominando cada impulso en la distancia

(niña no zahoondees el papel
no existen abismos para mi cruda sombra)

tus pechos dibujaban el cielo
de nuevo caían tus cintas
por la herida de la fuente
y si me sentí pequeño
fue por tus labios como meses desatados
arrasando el preámbulo de la mi soledad

(asi ofrezco mi camino
en fermentados anillos de nieve
en la ciudad que me ahoga
sin tu oasis cuyo rumor brota
la rosa desprovista de palabras)

eras más que los cometas
mucho más beligerante que la espada
su ruido y extensiones
eras más

10 12 1987

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